Punto de vista de Nathan
La mujer era completamente exasperante. Hoy era el plazo límite, el tercer día desde que su empresa había firmado la carta. ¿Por qué no había llamado? ¿Era tan estúpida como para pensar que él no cumpliría? Estaba llegando tarde. Sabía que había una diferencia horaria de 3 horas, así que tenía que darle hasta las 5pm su hora, que eran las 8pm para él, miró su reloj. Ahora eran menos cuarto de las 8. Ella no iba a llamar, iba a forzar su mano.
Jackson estaba apoyado despreocupadamente en la pared junto a su escritorio, su lugar de siempre, y lo observaba caminar de un lado a otro detrás de su escritorio —Ella llamará—, afirmó simplemente, pareciendo saber lo que estaba pensando. —Es Jay-la.
—El tiempo se acaba—. Exclamó. Si no llamaba, tendría que seguir adelante aunque no quisiera. Havoc estaba molesto con él por la orden oficial y la amenaza que contenía, y actualmente no le estaba hablando por eso. Su lobo parecía haber cambiado últimamente.
Su irritación por su falta de respuesta estaba llenándolo de ira por minutos. Havoc, aunque no le hablaba, merodeaba por su mente. Nathan no creía que ella fuera a llamar, tenía una nueva vida lejos de la manada, lejos de ellos, lejos de él. Si era totalmente honesto consigo mismo, esperaba que ella cortara lazos con la manada desde su lado y huyera, obligándolo a perseguirla físicamente. Lo cual haría, a Havoc le encantaba una buena caza y ella era algo que disfrutaba perseguir en algún momento. Sin embargo, no lo había hecho. No significaba que no lo hiciera en los próximos 10 minutos.
La puerta de su oficina se abrió y entró su padre Blaine, lo miró caminar de un lado a otro, a Jackson mirándolo, sintió la atmósfera en la habitación y suspiró —¿Qué está pasando, hijo?
—Jay-la, le di 3 días para que se contacte y 7 días para que venga—. Exclamó, sin realmente querer explicarse, ya no tenía que hacerlo, había sido el Alfa durante los últimos 2 años. Fue mas un comentario de cortesía por respeto a ser su padre y antiguo Alfa.
—No enviaste el sobre n***o, ¿verdad hijo?— Blaine sonaba molesto con él.
—Sí— fue todo lo que dijo. Observó como los ojos azules de su padre se centraron en Jackson, su Beta, buscando confirmación, como si pensara que su hijo le estaba mintiendo. Cuando Jackson asintió con la cabeza, la ira se desprendió del antiguo Alfa.
—¿Por qué en esta tierra bendecida por la diosa en la que estamos parados harías eso?— ambas manos estaban en su cabello, tirando de él con lo que parecía ser una frustración absoluta.
Ahora sentía que tenía que explicarse —Ella no venía a casa cuando lo solicité educadamente. Rechazó todas las solicitudes... Maldita sea, ignoró 3 de ellas. ¡CÓMO SE ATREVE!— gritó la última parte. No pudo evitarlo. Era el Alfa de la Manada Luna Sangrienta, y ella seguía siendo m*****o de esta manada, su manada, y por lo tanto, suya para mandar y ordenar como lo creyera conveniente, y ella se atrevió a ignorarlo. De hecho, lo desafió activamente, cuando él le había ofrecido una rama de olivo y le había dicho que volviera a casa.
Sus puños se cerraron y golpeó uno de ellos en la esquina de su escritorio para liberar su frustración por su maldita desobediencia. Ella nunca se habría atrevido a decir que no, en algún momento, siempre había sido sí, a cualquier cosa que le pidiera hacer, junto con una dulce sonrisa y un guiño juguetón.
Pero no ahora, parecía. Ella había cambiado con los años. Estaba listo para explotar de rabia en la habitación. No tomaría mucho vistazo a su reloj 2 minutos.
El teléfono de Jackson sonó mientras Nathan fulminaba con la mirada su teléfono de oficina. Suena, maldición, lo deseó. El sonido del teléfono de Jackson fue lo que lo empujó hacia el límite. ¿Cómo se atrevía alguien a interrumpirlo en este momento? Escuchó a Jackson contestar el teléfono con ese tono relajado y despreocupado que tanto odiaba, —Hola, Beta Jackson hablando.
Su ira se desató y gritó —Envía a los peores de los peores y trae su trasero a casa. Ambos puños golpearon su escritorio, lo oyó crujir, no le importó.
Jackson dejó de hablar y lo miró directamente. Podía sentir los ojos de su padre sobre él también. Los ojos de Jackson volvieron a su teléfono y frunció el ceño y suspiró pesadamente —Bueno Alfa, eso salió bien—. Luego sus duros ojos grises lo miraron, prácticamente desafiándolo. Si buscaba una pelea. Podría tener una, la mirada casi era un desafío. Sus siguientes palabras lo sorprendieron —Era Jay-la, escuchó lo que dijiste y colgó. Todo lo que obtuve fue un suspiro lleno de miedo.
Ahora era el turno de Nathan de pasar sus manos por su cabello y tirar de él frustrado, se dio cuenta de que era como su padre en muchos aspectos. Cerró los ojos. —Llámala de vuelta, ahora mismo— exigió, tratando de no patear lo más cercano a él.
Havoc estaba furioso dentro de él, ––Mira lo que hiciste ahora.
––Lo se ––murmuró Nathan a su lobo ––Lo arreglaré.
––Más te vale ––llegó un gruñido enojado.
Nathan se quedó observando mientras Jackson marcaba el número para llamarla de vuelta. Solo para darse cuenta de que en el teléfono realmente decía Jay-la, ese bastardo tenía su número todo este tiempo. Oh, iba a recibir un puñetazo en la cara después de que esto terminara. Podrían haberla llamado y él no habría explotado y dicho lo que había dicho.¿Por qué tuvo que esperar tanto, hasta el último minuto del plazo? No era conocido precisamente por su paciencia en estos días. Su padre todavía estaba en la habitación, esperando también el resultado. Se dio cuenta de que parecía más curioso por la reacción de su hijo ante la situación de lo que debería, se encontraba junto a la puerta mirando directamente a Nathan, con una ceja levantada y curiosidad abierta en su rostro. Miró fijamente a su padre y exclamó —¿Qué pasa?
—Hijo, pareces molesto por una pequeña loba. ¡A la que ordenaste alejarte hace años! ¿Qué está pasando exactamente? ¿Por qué insistes en traerla de vuelta ahora? De repente.
–Eso es asunto mío,– pensó Nathan. Podía hacer lo que quisiera, pero también sabía que su padre presionaría más y más el tema hasta obtener una respuesta. Él era el antiguo Alfa y tenía derecho a hacer la pregunta y recibir una respuesta, aún tenía derecho a saber qué estaba pasando, seguía siendo el Alfa a cargo cuando Nathan estaba fuera de la manada por negocios o el Consejo Alfa, o cuando estaba ayudando a una manada aliada que estaba siendo atacada y solicitaba ayuda.
Nathan volvió su atención a su Beta. —No respondió—. Ya estaba intentándolo de nuevo, sabía que era mejor llamar mas de una vez. —Es extraño, ahora la línea no está conectada—, dijo frunciendo el ceño al ver su teléfono.
—Maldita sea—, exclamó Nathan, su ira volviendo a acumularse, pero esta vez estaba enfadado consigo mismo. Sabía que él era el responsable de que ella no contestara. Ella lo había escuchado gritar y había reaccionado por instinto, —probablemente va a huir—. Havoc sonaba molesto con él. Nathan estaba de acuerdo con su lobo.
—Jackson, haz los arreglos. ¿A quién conoces allí?
—A un par de lobos, aunque la recuperación no es realmente lo suyo, pero el dinero les funcionará.
—Hazlo, ella va a huir—. Nathan asintió —Rápido.
Su padre suspiró pesadamente, llamando su atención. —Deberías ir tú mismo, hijo, sería mejor de esa manera.
—Estará muy lejos antes de que yo o alguno de mis hombres lleguemos allí—, y sabía que era verdad, tendrían que volar y aunque tenían un avión privado de la manada, aún tardaría demasiado.
—Hmm, aún así...— su padre parecía extrañamente tranquilo para la situación en ese momento.
Nathan no le dio mucha importancia, lo desechó por completo. Quién sabía qué pensaba su padre en cualquier día dado. La jubilación lo había cambiado. Parecía más relajado en estos días. Sus reacciones eran más reflexivas ante todo. Cuando Nathan le había preguntado al respecto hace un año, Blaine se encogió de hombros y le dijo: ––ahora tú tienes que lidiar con todo el estrés, hijo, yo puedo pasar tiempo con mi compañera. Mucho tiempo. ––Y sonrió como un adolescente ––si sabes a lo que me refiero.
Nathan entendió perfectamente su significado, toda la manada lo entendió, sus padres, ya no a cargo todo el tiempo, parecían haber tomado más interés en aparearse que en cualquier otra cosa, en cualquier lugar y en cualquier momento. De hecho, la mitad de la manada los había visto y a sus lobos apareándose en el bosque en su forma de lobo y humana, se había vuelto una ocurrencia común, especialmente en las noches de luna llena.
Observó cómo su padre salía tranquilamente de su despacho. —Me pregunto dónde estará mi bella ahora mismo—, murmuró para sí mismo y se fue a buscarla, Nathan rezó para que estuviera en su habitación y no tuviera que encontrárselos en algún lugar de la casa de la manada, sacudió la cabeza, parecía que habían retrocedido en el tiempo a cuando eran adolescentes cachondos.