capítulo 3 la carta oficial

1933 Words
Punto de vista de Jay-la Eric Stanton, el CEO de la firma de abogados Stanton & Co, se encontraba frente a su escritorio, tocando un sobre n***o con una mano mientras esperaba pacientemente a que ella terminara la llamada en la que se encontraba. No iba a apresurarla, era uno de sus clientes. En el momento en que colgó el teléfono, él dijo: —¿Cómo sabes de la Browning Corporation? ¿Y por qué no los has traído como clientes?—. Sonaba un poco molesto con ella, probablemente enfadado porque no había mencionado su afiliación con la empresa de la que estaba hablando. Pero lo único que ella sentía en el momento en que él mencionó la Browning Corporation era lo rápido y fuerte que latía su corazón en su pecho. Sus ojos se movieron hacia el sobre n***o en su mano. Podía ver las letras blancas en él. No podía ser. ––No, ––Kora repetía sus pensamientos. Esos sobres estaban reservados para ofensas graves contra la manada. Es una notificación oficial. Eric no tenía ni idea de lo que tenía en sus manos. Todo lo que sabía era que en la parte de atrás estaba el sello oficial de la compañía de la manada en el mundo humano. Para él era solo una corporación de millones de dólares, una de las cuales estaba escribiendo a uno de sus abogados por su nombre. —¿Cómo lo conseguiste?— ella preguntó, tratando de no mostrarle a Eric lo nerviosa que realmente estaba. —El jefe de la sala de correspondencia tuvo que firmarlo. Me alertó sobre la corporación de la que provenía—, encogió los hombros —política estándar. Jay-la se puso de pie para tomarlo de él, pero él la detuvo —De nuevo, ¿cómo conoces esta corporación? ¿Están tratando de cazarte?— frunció el ceño hacia ella. —No, no lo están.— Jay-la negó con la cabeza —Por favor, ¿puedo tenerlo? —Explícate primero—, Eric dijo en un tono plano y directo. —De acuerdo..., crecí dentro de la Browning Corporation. Mi familia todavía trabaja para ellos. Sin embargo, me echaron a los 20 años— dijo tratando de ignorar el dolor repentino que golpeó su pecho. Siempre extrañaba su hogar. Eric la miró fijamente. Sus ojos grises claros se centraron únicamente en los verdes de ella de manera bastante intensa. Podía decir qué estaba tratando de decidir si ella estaba diciendo la verdad. Él seguía tocando el sobre en su mano. Luego simplemente lo abrió ante sus ojos, claramente habiendo decidido no creerle. Jay-la rezó a la diosa para que no estuviera redactado en Wolfen. Que el Alpha hubiera pensado las cosas y comprendido que esta carta podría terminar en manos de un humano. Todo su cuerpo se congeló cuando él leyó la carta en voz alta: “Jay-la Freeman, Tienes 3 días para responder a esta carta. Debes regresar a Browning Corporation dentro de 7 días O haré que te traigan Nathan Browning, CEO Browning Corporation” Eric volteó el sobre y Jay-la vio que caía en su mano un largo frasco de cristal con un tapón de corcho, dentro del frasco había una sola flor de aconito púrpura. No significaba nada para Eric. Lo sostuvo y lo volteó, tratando de darle sentido, frunciendo el ceño todo el tiempo. El corazón de Jay-la, sin embargo, se hundió. Esta carta era una amenaza de que el nuevo Alpha, su antiguo amigo de la infancia y amante, usaría la fuerza bruta, por cualquier medio necesario, para traerla de vuelta si no cumplía con su solicitud. Lo que él quería de ella, no tenía ni idea. La carta original no tenía ningún tema, solo una demanda de regresar más o menos. No es que ella quisiera eso. Se había ido por su orden y no deseaba regresar. La Luna ya la odiaba, tal vez él acababa de asumir como Alpha, ahora Sophia y él podrían castigarla oficialmente y convertirla en una rebelde. ¿Era tan cruel que quería hacerlo en persona? Su Luna probablemente aún albergaba rencor y él haría cualquier cosa por ella. Probablemente querían verla sufrir al ser separada de la manada. Jay-la tomó la carta de la mano de Eric y también el frasco de vidrio, y la leyó por sí misma. Kora le gimoteó, también preocupada por si regresaban no podrían llevarse a los trillizos con ellos, tendrían que encontrar a alguien que los cuidara y luego esperar y rezarle a la diosa para que el destierro a un estado rebelde fuera todo lo que se trataba, y una vez hecho, ella pudiera irse y regresar a su vida aquí en el mundo humano. Los otros pensamientos que pasaban por su mente la estaban matando. ¿Y si la Luna quería torturarla, encarcelarla o incluso matarla, dejando a sus hijos como huérfanos en el mundo humano? El miedo se estaba apoderando de ella, pero tenía que reprimirlo. No, podría dejarlos con Tony y Lauren aunque no tuvieran conocimiento de la Sociedad Wolfen y si lo peor ocurriera, sabía que los acogerían y los criarían. Su primera transformación asustaría a ellos y probablemente a los niños, pero ¿qué más podía hacer? No podía dejarlos con sus verdaderos padres. La Luna seguramente los mataría en cuanto descubriera que eran los hijos bastardos del Alpha. No querría ninguna competencia para el heredero de la manada que surgiera de la nada, y si se los hubieran dado a sus padres, no tomaría mucho tiempo para que el Alpha Nathan percibiera a su propia carne y sangre, su lobo los olería en cuanto pisaran el territorio de la manada. Su Luna estaría dispuesta a deshacerse de ellos en cuanto le resultara conveniente.Eric captó su atención volviéndola hacia el presente al tocarla en el hombro. —¿De qué se trata todo esto? —No lo sé—. Jay-la encogió los hombros con toda honestidad. —Me fui hace 6 años, Eric. Me contrataste justo después de la universidad. ¿No he estado aquí todo este tiempo? —Hmm,— asintió. —No quiero perderte, Jay-la. ¿Por qué no llamas al número de la oficina, está ahí abajo, puedes intentar conseguirlos como cliente? Ja, eso nunca va a suceder, pensó para sí misma, tú, querido Eric, no tienes idea de quién es realmente él, o lo que puede hacer, y tampoco quieres saberlo. —Dudo que pueda. Para ser completamente honesta contigo, ese hombre me odia. —Entonces, ¿por qué la demanda de que regreses? —Quizás...— pensó seriamente en ello. Aparte del castigo por atacar a su Luna, solo una cosa mas llamó su atención. La manada pagó por su título en leyes, se suponía que tenía que regresar y trabajar en el departamento legal de la manada, ser un m*****o productivo de su sociedad, lo cual no había hecho. Bajo su orden. —Supongo que les debo el dinero de la escuela de leyes. La Corporación Browning pagó mi matrícula, y se suponía que iba a trabajar para ellos justo después de la universidad, pero como me echaron dos años en el título y me dijeron que no volviera nunca, nunca lo hice. —Y aún así pagaron tu matrícula?— preguntó, sonando confundido. —Sí, el CEO en ese momento era Blaine Browning, supongo que sí. Su hijo Nathan es ahora el CEO y fue quien me echó. Tal vez Blaine pensó que regresaría o algo así. Eric asintió. —¿Tienes el dinero para devolverlo? Jay-la suspiró. —No todo, pero supongo que la mitad—. Si se trataba simplemente de devolver el dinero, podía darles la mitad y luego organizar un plan de p**o. Incluso podía redactar el contrato ella misma y asegurarse de que le beneficiara, incluir una cláusula de hierro que le dejara en paz para siempre después. Incluso podía incluir una cláusula que, una vez que la deuda estuviera pagada, ella encontraría otra manada que la aceptara, solucionando así el problema de su apego a ellos. La verdadera pregunta era si podría hacer todo esto sin involucrar a sus hijos, o sin que él se enterara de su existencia. Él no creería que fueran suyos, al menos ella lo dudaba, a menos que los viera con sus propios ojos. Y ¿podría encontrar una manada que no los utilizara como moneda de cambio si descubrían quiénes eran en realidad? Había demasiadas incógnitas en este punto. —Podría redactarte un contrato y darte el resto. Puedes devolverlo más tarde, Jay-la. ¿Sería una opción para ti? Jay-la sonrió, sabía por qué estaba ofreciendo eso. El último caso de divorcio en el que había trabajado y ganado le había traído a la empresa la nada despreciable suma de 5 millones de dólares de ganancia. El cliente había estado tan contento que incluso le había recomendado a su hermana para su acuerdo prenupcial antes de casarse el próximo año. Jay-la era actualmente oro para esta firma de abogados, estaba trayendo dinero. Era profesional, metódica y siempre leía la letra pequeña, nunca se relajaba en sus deberes y sabía cómo jugar duro. Lo que no podía ganar, lo llevaba a mediación y llegaba a acuerdos que beneficiaban a todos, sin importar cuánto tiempo tomara. Nunca se rendía, como un perro con un hueso, así la habían descrito una vez, ja, no tenían idea de lo cierto que era eso. —No, está bien, Eric. Una vez que la liquidación de mi último caso entre y me pagues, tendré el resto Asintió, aparentemente complacido. —Te lo daré lo antes posible, entonces. —Lo apreciaría—, dijo Jay-la con toda sinceridad, y lo observó finalmente salir de su oficina. Se hundió en su silla de cuero detrás de su escritorio, agradecida por su comodidad, contenta de haber gastado $2500 en ella. Apoyó la cabeza en el escritorio y murmuró —3 días—, podía escapar. Tres días era suficiente para cortar la conexión de su parte con su manada y escapar lejos. ––En el momento en que lo hagamos, él sabrá que estamos huyendo. ––Kora intervino ––eso lo enfadará aún más. ––Lo sé, Kora, pero existe la posibilidad de que simplemente no le importe, ¿verdad? ¿Qué más podemos hacer? ––Kora bufó, también parecía necesitar tiempo para pensarlo. Seguramente entre las dos podrían idear un plan. O tenían tres días para reunir el coraje necesario para hacer una llamada telefónica que nunca quiso hacer, para escuchar su voz, llena de ira y odio hacia la mujer que se atrevió a causarle daño a su Mate y ahora Luna. No habría dulzura, ni juegos, ni insinuaciones seductoras del pasado, donde él solía burlarse y seducirla con su suave voz sexy durante sus noches de placer, noches que ansiaba olvidar, pero que de alguna manera aún la atormentaban en sus sueños, noches que se habían grabado en su alma, tanto que ella y Kora aún tenían sueños con él de vez en cuando, usualmente con la luna llena. Aunque ella y Kora habían aprendido a dejarlo ir, los dos siempre estarían atados a él por los cachorros que compartían. Cachorros de los que él no tenía conocimiento, cachorros que ella quería mantener ocultos, eran todo lo que ambas tenían de su antigua vida.Tim no tenía oportunidad en la cama comparado con su Alpha, pero ¿cómo podría tenerla? Después de todo, él era humano. Suspiró y cerró los ojos... 3 días...
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