—¿Así que...?— su ira aumentaba. —¿él cree que tiene derecho a acechar a mis hijos, a decirme cómo criarlos? No sabe nada acerca de ellos. No tiene ningún derecho, por lo que a mí respecta—.—¿Y de quién es la culpa, Jay-la?— Jackson estalló desde donde estaba parado, todavía cerca de la puerta. —De él—, respondió ella. —Fue él, Jackson, quien el Alfa me ordenó dejar y nunca volver, nunca. —Deberías haberle dicho antes de irte—, declaró él con frialdad, insinuando que era su culpa. —Hmm, decirle algo que no sabía, ¿cómo es posible? No me enteré hasta después de haber dejado la manada—. Eso era técnicamente cierto. Podrían haber pasado solo unos minutos después de que ella se fuera, pero aun así, después de que ella se había ido, después de haber sido desterrada. —Aún podrías haber llama