Después de desayunar en un silencio incómodo. Aninka quién diría yo que es el alma de este grupo, nos hizo cambiarnos e ir a recorrer el lugar. A kilómetros se notaba la incomodidad de los chicos, sin embargo, no se negaban a las ideas de Aninka. Ya que era eso o escucharla quejándose todo el día y la verdad, prefiero caminar y distraerme que estar encerrada escuchando las innumerables quejas de Aninka. Aunque no esté muy bien de mi pie, prefiero caminar. Aninka sabía que se detestaban, aunque no sabía el porqué, sin embargo, se empeñaba en que esos chicos por lo menos se llevarán bien. Debe ser difícil tener de novio al chico que tu hermano detesta. — Sofía —me llama Aninka— ¿No te parece lindo? Yo me limite a asentir. A decir verdad era un lugar muy lindo, el cual era distinto a los