— Ni lo sueñes Bogdanov. En fin, ¿Por qué vamos al centro comercial? — ¿No dijiste que soy un rico tacaño? —asentí— Bueno, ahora te dejaré que compres todo lo que quieras en el centro comercial de mi familia —dice con altivez en su voz— Sin mencionar que tendrás al mejor escolta del mundo —lo miro confundida y en un semáforo en rojo, se detiene y me mira — Yo, tu servidor —dice con picardía en su mirada. No sé porqué, pero algo de esto no me gusta. (...) Después de treinta minutos en auto llegamos a nuestro destino, encontrándonos con dos hileras de trabajadores frente a frente, listo para darnos la bienvenida. — Espera un momento —dice Esteban mientras abre la puerta del carro — Ahora si puedes bajar, mi princesa — dice abriendo mi puerta y tendiéndome una mano. Su actitud me hace e