— Lamento comentarte que no estoy rodeado de hipócritas, como dices —dice y siento su respiración golpear mi cara ya que estamos frente a frente y muy cerca. Demasiado cerca. Y lo peor de todo es que no recuerdo cuando se acercó tanto a mí. Sus ojos se ven oscuros, quizás del odio, rabia, frustración o un poco de todo lo que puede estar experimentando ahora. Su ser desprende oscuridad, furia y quizás violencia. No sé porque pero con sólo verlo puedo decir que el chico calmado que todos conocen es sólo una fachada. Sin embargo, a pesar de ser más alto que yo, quizás unos quince centímetros o más; tiene una gran cantidad de masa muscular que ni con diez años de gimnasio lograría; como tampoco el saber de que tengo mi tobillo inmovilizado y que él está en perfectas condiciones, que su ser d