Capítulo Diez: Temor.

1849 Words
Teryon se hallaba en el suelo de la sala de cine, olfateando todo lo que se encontraba por ahí. Después de todo, era un cachorro, así que Peter no podría culparlo por nada. Habían pasado una noche algo agradable, solamente por no haberse encontrado con más de los seres que no parecían tener neuronas funcionales. Noche era un decir, ya que el pelinegro no descansaba más de dos horas seguidas sin despertar alerta. Una costumbre que le había quedado de vivir huyendo los últimos años. Se levantó de las sillas que había utilizado a modo de cama, comenzando a explorar más de lleno el lugar. Estaba muy abandonado, así que no supo si había estado solo antes de que ese desastre ocurriera, aunque así parecía. Caminó por el pasillo principal, el cual estaba alfombrado y tenía una decoración antigua, hizo una mueca y observó los carteles que anunciaban estrenos. Todas las películas ya las habían pasado hacía algunos años, razón por la cual supo la verdad, no había sido un cine funcional antes, así que tenía sentido que no hubieran de esos seres allí. Sin haberlo pensado, había conseguido un lugar seguro, todo con ayuda de su ahora compañero de cuatro patas. A pesar de que le había gustado el tiempo que había pasado ahí, tenía claro que no podía quedarse demasiado, ya que tenía una misión, y esa era reunirse con sus amigos de nuevo. Comió algunos snacks que no se habían vencido todavía y tomó lo poco que tenía, que era casi nada, solo encontró un pequeño bolso de tirantes de los que cierran arruchados, este tenía el logo de la empresa, pero poco le importó, solo tomó varios snacks más que podía compartir con el cachorro y los colocó dentro, buscó de las máquinas expendedoras algún líquido y encontró agua en estado natural, se veía bien, por lo que la tomó sin problema. Se preguntó el porqué habrían cerrado aquella sala, pues parecía muy próspera, como cualquier cine. Colocó el bolso en sus hombros y volvió a donde se encontraba el husky, alentándolo a seguirlo. Una vez que lo tenía cerca, supo que ya caminaría con él.  De nuevo hicieron equipo. Peter abrió la puerta que antes había sellado, y fuera se observó a varios caminantes dando tumbos por el aire, haciendo sonidos extraños. El husky comenzó a gruñir por lo bajo, cosa que preocupó al humano, intentando que se calmara. Acarició el pelaje encima de sus orejas, intentando de algún modo que calmara sus instintos. ─Todo está bien, pequeño, solo hay que estar en silencio─ le hizo saber, a pesar de que no le entendería en absoluto, eso le gustaba creer. Caminaron fuera con prudencia, y el perro pareció entender la seña, así que se calmó por un momento. La calle estaba vuelta un desastre, habían autos por doquier y un un montón de cosas en desorden fuera de las casas que colindaban con el cinema. Se preguntó si era debido a las personas huyendo despavoridas por lo que estaba ocurriendo con aquellos seres, sin embargo, le pareció extraño no darse cuenta de esos detalles cuando ingresó junto al cachorro, así que de seguro la desesperación le jugó una mala pasada. Si había gente huyendo ¿Cómo era posible que el resto del mundo siguiera permitiendo que se entrara en ese territorio? ¿Dónde quedaba el estado de alarma? No parecía haber autoridades siquiera, y eso era lo más extraño. Se supone que la isla era famosa debido a su amplia seguridad. Desde ahí, el chico no estaba dispuesto a creerle a nadie respecto a un viaje. Anhelaba tener consigo algún equipo digital que le ayudara a inmortalizar aquellos sucesos.  ¿Cómo se supone que le creerían si no tenía pruebas en dado caso de que lograra escapar con vida? Dejó a sus pensamientos de lado, ya que si seguía de esa manera, se quedaría en el mismo sitio y seguro perdería el sentido del tiempo y el espacio de nuevo, no quería eso. Se hizo espacio entre los autos, caminando de un lado al otro, escondiéndose de las criaturas putrefactas. Hubo un momento en donde tuvo que esconderse bajo uno de los autos para no ser descubierto, debido a que había un grupo bastante grande de caminantes juntos, así que sería difícil darles la cara y enfrentarse a ellos. Teryon no pudo hacer lo mismo, así que le ordenó desde su lugar que no se moviera, y esperó que le entendiera, pero como todo animal, tenía instintos mucho más principales que el obedecer a un humano. Salió del lugar en donde estaba seguro, y al darse cuenta de que estaba aparentemente solo rodeado de los enemigos, comenzó a ladrar con tanta fuerza que atrajo la atención de todos allí, incluso de los que se encontraban alejados. Peter comenzó a hiperventilar desde donde estaba, sin querer mirar demasiado la escena.  Tomó el arma que tenía en la cinturilla de sus pantalones de pijama y apuntó a lo primero que se le vino a la mente, lo cual era un galón de lo que parecía ser gasolina. Este estaba fuera de uno de los garajes cercanos, así que no perdió la oportunidad. Cuando disparó, se provocó un sonido sordo cerca de la zona donde se encontraban, y maravillosamente, los caminantes lograron voltear a tiempo hacia el lugar, antes de siquiera lograr tocar al perro. El humano dejó salir todo el aire que tenía en los pulmones.  El fuego comenzaba a propagarse, por lo que salió de su escondite y le hizo señas a Teryon de que corriera a su lado, emprendiendo un camino lleno de prisas fuera de esa calle. Lograron llegar así hasta lo que parecía ser el área de un centro comercial bastante grande, donde solo habían pocos caminantes lejos unos de otros. Incluso llegaron a divisar a uno de ellos pegado al capó de un auto, que de seguro estaba caliente por el sol que golpeaba el lugar inclemente. Frunció el ceño, ya que cada vez sentía más extraña la situación. Pensó en anotar todo lo que viera, ya que no podría sacar ninguna foto o vídeo. Se adentraría con rapidez hasta el centro en busca de alguna libreta y algo con qué anotar en ella. Esperaba que fuera un buen plan. ... De vuelta en la tienda de comestibles, se hallaban un par de chicos con la respiración agitada.  Holly tenía un gran ardor en su brazo debido a la quemada superficial que se había hecho con el sweater con el que intentó despistar al que denominaron merodeador. La peor de las bestias que pudieron observar, tanto que ni siquiera las pesadillas más vívidas o las parálisis del sueño que solía tener. El dolor que recorría la mano hasta el codo de la chica no era muy normal, podía verse cómo la piel había sufrido trauma, deformándose un poco, enrojecida a más no poder. La pelirroja intentaba no llorar, pero era tan fuerte el dolor que tuvieron que improvisar, llenando de agua el lavabo del pequeño cuarto de baño que allí había con agua. Arth buscó en las neveras donde habían bebidas algún paquete que contuviera hielo, por suerte habían varios de tamaño pequeño, así que los tomó sin perder más el tiempo, llevándolos luego a donde se encontraba ella. Los esparció en el agua, de manera que estuviera fría y de alguna manera, el dolor disminuyera en la piel ajena. ─Buscaré entre los estantes, de seguro habrá un kit de primeros auxilios─ dijo el chico, con preocupación brillando en sus orbes. ─Yo... Empaqué el del hotel la primera vez que vinimos... Por ti...─ respondió apenas la chica, intentando pensar con claridad. Arth asintió, comenzando a buscar entre las cosas que habían llevado con ellos. Luego de unos minutos, regresó junto a ella, con vendas y alcohol en sus manos, pues no tenía idea de cómo atender una quemada, pero haría el esfuerzo para que Holly estuviera bien. No vio dentro ninguna crema, lo cual tenía sentido, siendo que solo era un kit básico y no de hogar, así que tendrían que moverse en busca de alguno que sí tuviera un medicamento eficiente para las quemadas. Pasado un rato en el cual la chica tuvo sumergida su mano en el agua, pudo retirarla ya sin tanto dolor. Arth secó el agua con toallas de papel que habían encontrado en el mostrador. Luego de dejar el área seca, se las ingenió, le colocó a modo de talco, harina de trigo sobre la herida para que no se pegara a la venda, y por ende, doliera menos cuando se retirara. La pelirroja sonrió mirando al chico atenderla, ya que sabía que con él podía contar para lo que fuera.  ─Gracias por esto, de verdad─ le dijo, con sinceridad ─No pensé que una quemada superficial pudiera doler tanto─. Cuando expresó aquello, los ojos del más alto se posaron sobre los de ella, generando un ambiente tenso por unos segundos, pero lograron huirle, pretendiendo que todo seguía normal, sin embargo, sus corazones agitados decían lo contrario. ─No es nada, sabes que aquí estoy para ti, como has demostrado estarlo para mí─ respondió el chico, intentando que su voz sonara como de costumbre, y no afectada por estar tan cerca de la pelirroja. Luego de tener vendada la zona afectada, le hizo un sistema con las mismas vendas en el cual no pudiera usar ese brazo para nada, quedando el brazo colgando del cuello. Así había visto que los médicos atendían las fracturas, así que pensó que sería una buena idea que la chica tampoco moviera demasiado el brazo. ─Espero que pueda sanar rápido, esto es una pesadilla─ dijo ella, exasperada, mirando su reflejo en el sucio espejo del baño. Se encontraba como nunca, más dejada de lado, quizá con más ojeras y el cabello sucio en una cola a medio hacer, se sentía asquerosa. ─Sanará rápido, verás que sí, no parece demasiado grave─ respondió el chico, mirándola desde atrás, encontrando miradas en el reflejo del espejo. Arth tenía presente que ahora estaban un poco más jodidos, pero no diría nada acerca de ello cerca de la pelirroja, pues no quería hacerla sentir mal. Se retiró de ahí, pensando en una forma eficaz de salir de allí en busca de alguna crema para quemadas, ya que ¿Dónde podría encontrar una? No conocía absolutamente nada de ese lugar y a cada esquina había una amenaza diferente, cosa que no hacía justicia a lo que estaban viviendo. Tenía que salir, eso era obvio, pero no en ese momento, iría cuando la luz del día fuera nueva, siendo que así había menor riesgo de ser acosado por hordas.  Tomó su tan preciada pastilla para la migraña, tomándola junto a una bebida de la máquina expendedora que estaba dañada. Se sentó en el suelo, pegado a la pared, dejando que hiciera efecto el medicamento, ya que había vivido todo eso en compañía de un dolor intenso en su cabeza, que no le permitía estar bien. Estaba seguro de que lograrían salir de esa, pero les tomaría un poco de tiempo.
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