Domingo, 15 de Septiembre. Mi último día de vacaciones antes de entrar en el nuevo año de clases. Me levanté cuando Tina; la ama de llaves, apartó las cortinas dejando entrar la luz en la habitación.
- Tina, aún es pronto. - me quejé tapándome la cara con la manta.
- Señorita Rubí, ya son pasadas las doce y media, su padre quiere que baje a comer.
La mujer de unos cuarenta años, empezaba a sacar mi ropa sucia del cesto, para llevarla a lavar.
- Está bien - suspire aún adormilada - bajaré ahora.
Me estiré mientras bostezaba y ella salía de mi habitación. Me levanté y me di una ducha rápida, papá odia que baje a comer en pijama. Me arregle la ropa, poniéndome unos jeans normales y una blusa blanca. Me miraba al espejo, mientras me ponía un poco de brillo de labios. Suspire resignada para después salir del baño. Crucé el pasillo lleno de cuadros en los que mi padre se gastó una dinerada y baje hacia el comedor.
Mi padre y mis dos hermanos estaban sentados ya. Con lo que había tardado en arreglarme, llegué justo a la una y media. Mi padre exige comer siempre a las dos de la tarde, una extraña manía suya.
Tomé asiento al lado de mi padre, mi hermano Izan estaba a su otro lado y mi hermana mayor; Ari a mi lado. Aún me duele ver las dos sillas vacía, pero como dice papá, la vida sigue, estés o no estés.
- Tardaste demasiado Rubi. - Habló mi padre, mientras aflojaba un poco su corbata.
- Lo siento papá. —me disculpe agachando la cabeza.
- Cambiando de tema, papá. - mi hermano consiguió la atención de mi padre, liberándome de su mirada. - Mañana empiezan las clases y vendrán los pobres de los becados, no entiendo porque pagaste esas becas. Pero ¿cómo deberíamos comportarnos con ellos?
- Simplemente déjalos tranquilos, Izan. - me atreví a decir mientras empezaba a comer.
- No seas aguafiestas, Rubí. Izan puede divertirse con los becados, será entretenido. - Habló con una brillante sonrisa, mi hermana Ari.
- Pero eso no está bien, papá
- Eres una aburrida, si luego tu eres peor. - dijo mientras me señalaba.
- ¡Ya! - dio un golpe a la mesa, llamando nuestra atención - comportaros por favor. En la mesa no quiero burros, se comportan o comen en la terraza como perros.
- Lo siento, papá. - dijimos los tres al unísono.
Terminamos la comida, fui la última en dejar la mesa. Tina y las otras dos empleadas recogían la mesa.
- ¿Está bien señorita Rubi? Puedo ir por las medicinas naturales si se encuentra mal.
- Estoy bien, Tina. Solo algo nerviosa por volver a la International School Goya, siento que este año será más difícil que los anteriores.
- No se desanime, señorita. Seguro su primer día será inolvidable. - me respondió Heneul, la más joven de las empleadas de la casa. Es una chica de apenas treinta años, acompaña a la señora Shon, su madre y también empleada de la casa.
Les di una pequeña sonrisa para que no se preocuparan más y me levanté al fin de la mesa.
- Señorita Rubí, antes llamó su amiga, Lena, la espera para ir a su casa.
Asentí, mientras salía del comedor. Subí de nuevo a mi habitación y elegí algo más acorde a mi estándar social. Seguramente a casa de Lena irian el resto de chicas e ir en vaqueros o jeans sería mi perdición social. Llevaba una falda corta y una camisa blanca con cuello de perlas y diamantes, con mis tacones. Me puse el collar de mi madre, con la piedra de rubí y agarré mi bolso.
Me dirigí a la planta baja y fui directamente al despacho de mi padre. Justamente este colgaba su teléfono.
- ¿Necesitas algo Rubí? - Habló sin mirarme.
- Saldré papá, voy a casa de Lena Smith, voy con Somi tambien.
- Vuelve a casa antes de que anochezca, hoy es luna llena y debes estar en casa. Si quieres lleva al chófer y lo mandó después a recogerte.
- Perfecto, papá. Ten buen día.
Me despedí de mi padre, para salir de casa. El chófer fue el encargado de llevarme a casa de Lena, donde ya estaban el resto de chicas. Estas fiestas no me agradan del todo, antes me gustaban más, pero después de lo sucedido, no estoy en mi mejor momento.
Después de tomar dos copas, ya parece que empecé a encajar de nuevo. Lo que era una reunión de chicas, terminó siendo una fiesta ya que vinieron varios amigos del hermanastro de Somi. Esos tres me inquietan siempre. El bajito, el raro y egocéntrico, son el trío la la la, como diría mi hermano Izan.
Los tres están en mi clase, pero apenas les quiero tomar importancia este año. Se que aún dos de ellos se llevan bien con mi hermano, luego el otro es hijo del nuevo aliado de mi padre.
- ¿Qué tanto les miras? - preguntó Lena tomando asiento a mi lado y trayendome otra copa.
- Son tan raros... Es divertido mirarles cuando andan borrachos.
- Uf pensé que te estabas enamorando de uno de esos tres idiotas. Jonan, el lobo egocéntrico, Zack, el zorro raro y rastrero y Jimmyn, el vampiro con problemas de contención. Menudo trío se juntó.
- Por dios, no. Jamás me gustaría uno de esos tres, solo míralos. - tomé el último trago de la bebida que me dio - debo irme, tengo que estar en casa antes de que anochezca y ya está pasando.
- Nos vemos mañana, no llegues tarde eh.
Me despedí de ella con un abrazo, sinceramente con Lena y Somi, son con quienes puedo ser yo. Me subí al coche y el chófer me llevó a casa, ya sentía el efecto de la luna llena. Entré rápido en casa y bajé al sótano adaptado para las noches de luna llena. Cada uno tenemos nuestra habitación o ‐jaula‐como la llama Izan.
El único que se controla en luna llena, es mi padre. El consigue mantenerse como humano, mientras que nosotros nos transformamos en lobos adolescentes, que no saben controlarse. No porque vayamos a hacer daño a alguien, si no, por el riesgo de hacernos daño a nosotros mismos o destrozar alguna cosa jugando. Mi día terminaría durmiendo en una cama de perro y tomando agua de un cuenco, pero un cuenco de Prada.