Débora y Román echaban de menos a su padre, sus charlas, sus consejos, sus ratos en familia. Lo querían de vuelta, pero el precio les echaba para atrás. Carmen también pensaba como sus hijos. Por ello, los tres llegaron a la misma conclusión: tenían que hacerlo. Pero ninguno se atrevía a dar el primer paso. Por lo que una tarde que se encontraban viendo a Federico, Román lo expuso. Román: Mamá, Débora, ¿podemos hablar? – dijo serio. Carmen: ¿De qué, cariño? – dijo curiosa. Román: De lo que dijo el médico, la solución que nos dio – dijo serio. Carmen: ¿Qué quieres con eso? – dijo curiosa. Román: Creo que, aunque esté mal, hay que hacerlo, hay que salvar a papá, hay que sacarlo de ahí – dijo señalando la cama y los aparatos a los que estaba conectado. Carmen: ¿Te refieres a… Román: Sí