Capítulo 2: Mi Mejor Amigo Piensa Que Soy Atractiva

2072 Words
Un golpe sonó en mi puerta. Caminé desde la cocina para abrirla. Solo para ver a mis mejores amigos, Marc y Kendra. Ambos llevan un par de bolsas de basura. Levanté una ceja ante ellos. —Esto no es un basurero —dije, riendo. Marc rodó los ojos y empujó a un lado. Este tipo ha sido mi mejor amigo desde que éramos niños. Es en gran parte la razón por la que me mudé a la ciudad. Solíamos vivir en el campo. Marc es un hombre alto de 6'8, ya sé, muy alto. Tiene cabello castaño oscuro que se mantiene peinado con estilo. Sus ojos son de un marrón profundo, como las tonterías que dice. Kendra ha sido nuestra amiga desde que nos mudamos aquí. Creció en la ciudad. Creo que salió con Marc durante algunas semanas, pero decidieron ser amigos. De lo cual estoy extremadamente agradecida. Ella ha sido la única amiga verdadera que he tenido. Kendra tiene el cabello rubio corto con mechones azules, morados y rosas. Sus ojos azul oscuro están nublados en este momento. Probablemente esté drogada. Kendra también es un poco más baja que yo, que mido 5'7, y es un poco más delgada que yo. —Sabemos que esto no es un basurero, tonta —dijo Kendra mientras también se abría camino entre nosotros—. Más ropa para ti —dijo. Mis cejas se alzaron en sorpresa. Desde que perdí todo ese peso, Kendra me ha estado regalando toda su ropa. Viene de una familia adinerada, así que compra casi todos los días. Yo me quedo con todo lo que ya no quiere. Afortunadamente, debido a que su padre le hace trabajar en su spa, me dio muchas prendas adecuadas para el trabajo. Pero no pensé que me daría más. Ya me ha dado como diez bolsas de basura llenas de cosas. Nos ha llevado horas revisarlo todo. —Es demasiado, Kendra. No puedo aceptar todo esto —le dije. Kendra me hizo caso omiso y arrastró todas las bolsas hasta mi sofá. Marc se acomodó en mi sillón a juego. Cobweb saltó directamente a su regazo. —A tu gato le encanto yo, Op —bromeó Marc. Hice una mueca de asco hacia él. —Nunca vuelvas a decir esas palabras —gruñí. Marc solo se rio de mí. Me volví hacia Kendra, quien rodó los ojos. Luego comenzó a sacar ropa de las bolsas. Aparentemente, Kendra las organizó un poco esta vez. Digo un poco, porque, seamos sinceros, no se puede tener demasiado orden en bolsas de basura. Aunque, esto está más organizado de lo que Kendra suele ser. Por lo general, todo está simplemente tirado. Tal vez esta vez no nos lleve tanto tiempo. *** Estaba equivocada. Muy equivocada. Ya han pasado cuatro horas. Marc ordenó una pizza. Kendra se unió a él mientras yo seguía revisando la ropa. —Tienes que comer, Op —llamó Marc desde mi mesa de la cocina. Me giré para bufarle. —¿Cómo se supone que haga eso cuando tengo esta montaña de ropa que guardar? —pregunté molesta. —Es fácil, te tomas un descanso —dijo Kendra con la boca llena. Les lancé una mirada de incredulidad. —De todas formas no como pizza —murmuré. —Solías hacerlo —dijo Marc. —Sí, antes de que dejases que las estúpidas opiniones de todos te afectaran después de esa ruptura —agregó Kendra. Les volví a rodar los ojos. No entienden cómo fue para mí. La única razón por la que decidí ir al gimnasio y cambiar mis hábitos alimenticios fue por mi madre. Claro, ellos saben que mi mamá me trata mal y lo que ella dijo, pero aun así. No entienden cómo es para mí. Crecer con una madre que aprovechaba cada oportunidad para menospreciarme. Cuando me dejaron y mi madre se enteró de lo que realmente sucedió... Me dijo que me pusieron los cuernos porque me había descuidado. Lo que sea que eso signifique. No es como si hubiera ganado mucho peso cuando me mudé aquí. Siempre había tenido más o menos el mismo peso, pero bueno, ella dice lo que quiere. Tuve una larga charla por FaceTime sobre cómo nunca seré suficiente para este mundo a menos que pierda peso. Así que tomé sus consejos. —Tu mamá no se enterará, Opal —dijo Kendra molesta. Ella odia a mi madre. Junto con la mayoría de las personas a las que les importo. Como Marc. —Exacto, no le diremos nada, Op. Vamos, cómete un pedazo —dijo Marc mientras agitaba un pedazo de pizza frente a mi cara. —Un pedazo no le hará daño a Opal —dijo Kendra. Suspiré a regañadientes, y me acerqué a arrebatarle la pizza de la mano a Marc. Le di un mordisco agresivo y luego me senté, gimiendo. Tan bueno. Extrañaba la pizza más que nada. —Entonces, ¿qué vamos a hacer esta noche? —preguntó Kendra. —Bueno, yo voy a guardar cuatro bolsas de basura llenas de ropa. Posiblemente done algunas —dije. Marc se rio. —Vayamos a salir —sugirió Kendra. —Ustedes dos pueden —dije. —Vamos, Op, tienes que venir. No has salido con nosotros en mucho tiempo —dijo Marc. —Porque no soy de ir a clubes —afirmé. Marc negó con la cabeza. —Solías ser divertida. En la secundaria. ¿Recuerdas aquella vez que entramos a la escuela para nadar en la piscina? —preguntó Marc. —¡No puede ser! —Kendra dijo emocionada mientras nos miraba a los dos— ¿Ustedes hicieron eso? ¿Lo hiciste tú, Opal? —preguntó incrédula. Le lancé una mirada aburrida. —Había otros chicos con nosotros —murmuré. Marc se rio. —¿Quién? ¿Esa chica que era tu amiga y tenía un flechazo por mí? —preguntó. —¿Te refieres a la que te follaste esa noche? —le pregunté. Marc solo encogió los hombros. —Vamos Opal. Una noche no va a hacer daño. Déjame vestirte. No has salido en meses —suplicó Kendra. Tiene razón, no he salido desde que empecé a sentirme mejor después de mi ruptura. Además, solo fue por un par de horas. Me emborraché y lloré al barman sobre mi vida amorosa. Qué vergüenza. Miré a los ojos de cachorro de Kendra. Sonreí mientras le hacía un gesto con los ojos. —Está bien. Saldré esta noche —dije. —¡Bravo! ¡Tengo el vestido perfecto para que te pongas! *** —Esto no es lo que tenía en mente cuando dijiste el vestido perfecto —dije mientras me miraba en el espejo. Kendra me obligó a ponerme un vestido n***o ajustado al cuerpo. Cubre mi pecho y se detiene arriba de mis muslos. Si me agacho, todos tendrán un espectáculo. Especialmente porque no llevo ropa interior ni sujetador. ¿Cómo lo podría hacer con un vestido que tiene tiras a los lados? Los lados del vestido son solo un montón de tiras. Cualquiera que mire de cerca puede ver que no llevo nada debajo. No estoy segura de cómo me siento al respecto. Al mirarme, supongo que no se ve mal. Realmente me queda bien. Nunca pensé que me vería bien con un vestido así. Me hace sentir un poco segura. Kendra también me maquilló. Hizo un delineado de ojos de gato y me puso pestañas postizas. Incluso puso un lápiz labial rojo oscuro en mis labios carnosos y jugosos. Realmente me gusta. Mi cabello ha sido alisado y recogido en una cola alta. Kendra dijo que tengo el largo y el grosor perfectos para peinados como este. Dijo que debería probar cosas diferentes para el trabajo. Tal vez tiene razón. —Oh, por favor, te ves increíble —presumió Kendra. Acomodé mi vestido alisándolo mientras me miraba en el espejo. —No sé.. —dije insegura. —Marc, dile que el vestido se ve bien, ¿quieres? —le preguntó Kendra. Marc levantó la vista de su teléfono en mi cama. Sus ojos recorrieron mi cuerpo y volvieron hacia arriba. Le levanté una ceja esperando una respuesta. —Luces genial, Op —fue todo lo que dijo. Fruncí el ceño mientras él volvía a su teléfono. —Podrías haber dicho algo más que eso, imbécil —dijo Kendra molesta. Marc encogió los hombros. —Opal ha sido mi mejor amiga desde pañales. No sé realmente qué quieren las dos de mí —dijo. Supongo que tiene razón. Yo tampoco pienso que Marc sea guapo, pero todas las personas que alguna vez lo han visto lo piensan. Así que entiendo de dónde viene. —Bueno, obtengamos algunas opiniones en el club —sugirió Kendra. —De acuerdo, pero será mejor que vayamos ahora antes de que me arrepienta —dije. —De acuerdo, una cosa más —dijo Kendra. —¿Ahora qué? —le pregunté. —Zapatos. Obvio —dijo. Rodé los ojos mientras Kendra rebuscaba en mi armario. Fui a sentarme junto a Marc en la cama, pero él se alejó sin levantar la vista de su teléfono. Fruncí el ceño. —¿Acaso tengo piojos o algo así? —pregunté. —No —dijo Marc simplemente. —Entonces, ¿cuál es tu problema, Marcus? —pregunté. Marc rio. —No te enfades conmigo porque me alejo —dijo. —No estoy enfadada. Estoy enfadada contigo porque estás actuando de forma extraña —dije. —No lo estoy —respondió él. Lo miré en blanco. Que él no vio porque no levantaba la vista de su teléfono. ¿Cuál es su problema? —Sí lo estás. Ni siquiera me miras —dije. Marc solo encogió los hombros. —¿Acaso me veo tan mal? Vaya.. —bromeé. Marc suspiró y finalmente levantó la vista de su teléfono para mirarme. —Opal, hemos sido amigos desde siempre. Te veo solo como una amiga o una hermana. Te quiero mucho —dijo. —Ah —dije en tono burlón. —Así que, cuando digo esto, lo digo desde el fondo de mi corazón —dijo. Fruncí el ceño hacia él. —Realmente te ves jodidamente sexy en ese vestido, y no me gusta —me dijo seriamente. Parpadeé mientras sentía cómo se me ruborizaba el rostro. —Oh —dije. —No me gusta solo porque eres mi amiga. Nunca dormiré contigo y es molesto que te veas tan caliente. Me hace sentir raro —dijo. Fruncí el ceño hacia él y me alejé un poco más. —Tienes razón, nunca dormirás conmigo. No seas repugnante. Eres como un hermano para mí —dije. Marc se rio. —Exactamente —dijo. —Así que, ¿debería cambiarme? —le pregunté. Marc sacudió la cabeza. —Los chicos se te van a acercar esta noche. Voy a estar ocupado apartándolos de ti —dijo. —Sí, claro —murmuré. —Sí, claro. No vas a apartar a nadie de ella —dijo Kendra. —¿Por qué? —dije quejándome. Kendra golpeó el pie mientras bufaba. —Porque, Opal, necesitas tener sexo —dijo. —No lo necesito —dije mientras mis mejillas se ruborizaban. Mierda, es como si Cobweb le hubiera contado sobre nuestra conversación de anoche. Miré a mi gato sentado en el regazo de Marc. Estreché los ojos hacia él. —Opal, ¿cuándo fue la última vez que tuviste sexo? —preguntó Kendra. Miré hacia otro lado, negándome a responder. Marc se rio. —¿No has estado con nadie desde él, verdad? —preguntó. Mi cara debe de estar más roja que un tomate ahora. Aun así, me niego a responder. No necesitan saber lo patética que es mi vida amorosa. —¡Dios mío! ¡¿No has estado con nadie en un año y medio?! —Kendra casi gritó. —Friki, no creo que te hayan escuchado al otro lado de la calle, dilo más fuerte —bromeó Marc. Kendra lo ignoró. —El último idiota que estuvo dentro de ti fue ese pedazo de basura. Tienes que conseguir acostarte ahora. Limpia tus adentros de ese imbécil —dijo ella. —Ew —murmuró Marc. —De acuerdo. ¿Tenías que expresarlo de esa manera? —pregunté, asqueada. Kendra rodó los ojos. —Aquí —dijo mientras me entregaba un par de tacones negros—. Llamamos a estos tacones 'fóllame'.
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