Jayden Por un instante, nadie se mueve. Nadie dice nada. No pasa nada. Entonces Molly se ríe despreocupadamente y dice: —¿Y bien? ¿Puedo pasar?— Recoge las dos maletas que tiene a los pies y cruza la puerta mientras Ely y yo nos quedamos mirándola, como si hubiera resucitado de entre los muertos. —Parece que han visto un fantasma—, bromea, y no se me escapa que la reacción de Ely es tan helada y contenida como la mía. No corre a los brazos de su madre como haría cualquier otra niña. Pero nunca fue así con su madre. Siempre fue cautelosa con Molly. Ahora mismo tiene la misma cara que yo: sorprendida y horrorizada. —Molly—, consigo decir por fin. —¿Qué haces aquí? —¡Recibí tu nueva dirección con Sara! ¿No es genial? Pensé en darte una sorpresa. —¿Dónde has estado? —Oh, por favor—, se