Jayden Me sorprende encontrar a Molly sentada en la isla de la cocina cuando bajo las escaleras. He hecho ejercicio, me he duchado y he trabajado un par de horas en mi mesa, pero sólo son las diez de la mañana. Molly casi nunca se levanta antes del mediodía. —Buenos días—, le digo civilizadamente. —¿Café? —Por favor—. Ella abre los ojos enfáticamente. —He echado de menos un buen café. No muerdo el anzuelo. No le pregunto más sobre su vida ni por qué no tenía buen café, ni siquiera le devuelvo la sonrisa. Solo cargo la Nespresso y sirvo dos tazas. —Ely y yo saldremos hoy—, le digo mientras le paso una taza, y no se me escapa cómo sus ojos me miran con repentino interés. —Vamos a ir a la boda de Susan. —¿Juntos? La forma en que hace la pregunta me coge por sorpresa, como si hubiera al
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