Benjamín. Casi desesperado la levanté de la bañera, la sequé, la llevé al lecho y la recosté con todo el cuidado posible, cuidado que no tengo, soy un bruto, resuelvo todo con casi violencia, usando la fuerza, mis manos no acarician; tiran, aprietan, trabajo con animales, con madera, con cuerdas, no tengo manos para acariciar, y la veo, una mujer pequeña, delicada, con una piel fina que siento que si paso mi mano haciendo el intento de acariciar la lastimo, y no tiene nada de experiencia, solo lo que ha tenido conmigo, y eso me frena, porque sus ojos son de miedo, sus manos tiemblan en mi cintura, no puedo ir duro con ella tan pequeña y cargando a mi hijo. —Mmmmm Benjamín, que bien se siente. —paso de un pecho a otro dándole besos por todos lados y mamando sus pequeños pezones—. Oojjjj.