—¿Mi qué?.
—Si, escúcheme por favor, déjeme explicarle mi proposición.
—Tu estás loca. —comienza a caminar alejándose de mi y yo atrás casi que corriendo porque a su lado parezco una niña de lo grande que es.
—Benjamín por favor, escúcheme por lo menos.
—No, no escucho nada Catriel, estás loca de verdad. —corro parándome delante de él empujándolo de los hombros sin resultado alguno obviamente—. Suéltame, no voy a aceptar nada, tengo esposa.
—Lo sé, y solo pido ser la segunda, sin beneficios ni nada de una primera.
—¿Escuchas lo que dices?.
—Lo hago, tengo casi veintiún estaciones de invierno y nunca recibí una propuesta, ni siquiera de amante. —deja de empujar logrando que pueda pararme bien, me duele la panza de tanta tensión—. Yo... Prometo ser una buena esposa, soy trabajadora y silenciosa, no voy a interferir ni crear conflicto con su primer esposa, juro que no sé va a arrepentir de mi.
—Noooo, no Catriel, no es que no te considere capas, es que no mereces ser una segunda, ni mía ni de nadie.
—Ya pasó mi tiempo Benjamín, solo queda ser segunda esposa o tercera, pero prefiero ser segunda con usted, usted es respetado y nunca fue atrevido ni me dijo ninguna palabra mala, por favor piénselo Benjamín, voy a ser una buena esposa se lo juro.
—Catriel. —me agarra de los hombros y yo no soporto más las lágrimas, estoy desesperada—. No eres la primera que me lo propone, tendría muchas mujeres si lo pensara, no puedo tomarte como esposa aunque me gustaras. —caigo al suelo de rodillas dónde toda la tensión y miedo se me van con su negatividad, ya no tengo coraje ni de alzar la cabeza—. Discúlpame, pero no voy a aceptar, busca a otro, y entiendo tu situación, de verdad que la entiendo, pero no soy el indicado para ti, porque nunca podria darte lo que necesitas.
Se va dejándome sola con mi soledad y humillación, humillación porque no soy nada agraciada, nunca me pidieron, nunca se me insinuaron, solo diciendo que lastima que no halla salido al menos linda o con un cuerpo más maduro para que alguien me pida, pero los dioses no tuvieron piedad de mi, y por eso voy a quedar sola toda la vida, imaginando lo que sería sentirse mujer con un hombre en el lecho íntimo.
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Voy a los corrales a buscar huevos, me mandaron a buscar las cosas necesarias así ayudo, no soy muy buena con la comida, no tengo buen sazón, pero siempre me digo que donde somos los más bajos en categoría del pueblo, ya que Anya y Maya pasaron a ser esposas de los hermanos del jefe, ese puesto nos tocó a nosotros, y no tenemos medios para tener una cocinar en nuestra tienda, comemos lo que se cocina en general, básicamente no podemos tener ni una verdura con nosotros, a no ser que casemos nuestros propios alimentos, y no sé hacer ni una trampa, mi padre me quiso enseñar pero no pude lograrlo.
—Buenos días, disculpe que lo interrumpa, pero solo vengo por huevos.
—Saca. —entro al gallinero con el cuenco grande, con calma voy sacándolos y limpiándolos.
—¿Ya terminas?. —Benjamín me mira desde la puerta, es tan grande que pasa inclinado.
—Si, ya casi termino. —busco los últimos huevos limpiándolos—. Listo, disculpe que tardé un poco.
—No es problema, solo que tengo que hacer unos arreglos. —camino con la cabeza gacha, me muero de la vergüenza con él—. Catriel, no te pongas mal, no debes sentirte asi cuando estoy cerca, no me burlo ni le voy a contar a nadie lo que pasó.
—Prefiero irme, no voy a molestarlo nunca más. —suspira con fuerza pero no se corre de la puerta—. Déjeme ir a hacer mi deberes por favor.
—Si, ve tranquila. —camino apurada a la cocina con mis lágrimas cayendo, antes de entrar a la cocina me seco bien la cara y entro asi acomodo las cosas.
—Hola Catriel.
—Hola. —Welim entra a dejar unas cosas que se había llevado de la cocina.
—¿Llorando de nuevo porque nadie te pide?. —no digo nada, sigo acomodando las cosas—. Deberías darte por vencida, no saliste agraciada, nadie va a quererte. —termino con los huevos y sigo con los condimentos, debo dejar todo listo antes de la comida—. Entiendo que debe ser feo llegar a tu edad sin ninguna propuesta, humillante en gran manera es tu situación.
—Welim. —abre gigante los ojos al oir a su esposo—. Retirate de inmediato. —se gira y no me importan sus peleas, sigo haciendo mis cosas.
—Vine por unas cosas.
—Búscalas y vuelve a la tienda. —busca las cosas que supuestamente viene a buscar, pero agarra cosas por agarrar—. No te quiero volver a oir molestando a las jovencitas, ya te hablé de este comportamiento.
—Solo le decía unas cosas, no la estaba molestando.
—¿Acaso crees que no sabe porque no tiene esposo?. —muerdo mis labios porque me duele, me duele mucho las cosas que dicen de mi—. No necesita que vengas con tu lengua venenosa a recordarle que no es agraciada. —aprieto mis manos con todas mis fuerzas mientras mis lágrimas caen de nuevo—. Catriel, vine por un poco de té.
—Ya le hago. —me seco la cara y comienzo a hacer el té, hoy estoy a cargo de la cocina, si vienen pidiendo pan y no hay les debo hacer—. ¿Algún té en especial?.
—No, pero ponle un poco de lavanda.
—Si. —se sienta en la gran mesa a esperar, le pongo leña a la estufa, hago un gran fuego así queda encendido para la comida.
—Quiero pedir disculpas por lo de mi esposa, sé que siempre te molesta.
—No va a pasar nada hasta que mi mamá la oiga, ahí no me hago responsable Benjamín.
—No lo vas a ser, ni tu madre va a tener la culpa por defender a su hija como debe ser. —comienzo a buscar las verduras para picar, me gusta adelantar las cosas cuando me toca estar a cargo—. ¿Buscaste a otro hombre para que te tome?.
—Decidí quedarme sola. —le hago el té como me lo pidió—. No voy a rogarle a nadie más ni menos soportar que me traten de fea todo el tiempo. —le pongo el tazón frente a él—. Que lo disfrute.
—Yo no te tomo por fea Catriel, sino que no quiero otra esposa, solo eso.
—Ya me lo dejó claro, y también quedó claro que de mi no va a recibir nada más, y me voy a esforzar por no estar frente de usted.
—No tienes que hacer eso, no tienes que ponerte de esa manera.
—Nos vimos dos veces, me dijo lo mismo, no quiero escucharlo más, me equivoqué en creer que podía ser digna, me equivoqué Benjamín, y abrí mis ojos, —nos miramos a los ojos, uno de cada lado de la mesa sin movernos—. Y le pido que si estoy en su camino se haga a un lado así como yo lo voy a hacer si lo veo, esto me avergüenza muchísimo, no se da una idea de lo que me avergüenza, solo eso le pido.
—No me voy a hacer a un lado porque no tienes que tener vergüenza, no hiciste nada malo como para que te sientas de esa manera. —como no va a entender o lo va a hacer de gusto decido dejar el tema ahí y comenzar con mis cosas—. ¿Catriel, si quieres puedo hablar con los hombres para que alguno te pida?, no tengo que ser precisamente yo el que deba ser, un hombre bueno voy a buscarte, vas a ver que vas a ser esposa. —comienzo a picar las verduras en silencio, no voy a decir nada, ni siquiera mirarlo—. Ya mismo comienzo a hablar con los hombres, a penas tenga novedades te busco.
A la tardecita cuando termino con todas mis cosas me voy al lago a llorar tranquila, me siento en la orilla del agua mirando a la nada y pensando que no debí pedirle nada a Benjamín, que tendría que haberme quedado callada y aceptar mi destino en silencio, eso debí hacer.
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—Catriel, espera. —me giro viéndolo trotar hacia mi con una sonrisa enorme de felicidad, cosa que yo conozco por ver en los demás—. Vengo con noticias. —en silencio lo espero porque no sé qué noticias me podría traer—. Te conseguí una cita, te espera cuando baje el sol en las caballerizas, —da un golpe con las manos como si fuera a aplaudir—. Para que no te asustes es Tahiel, vas a ser su segunda esposa, pero es un buen guerrero que te va a proporcionar todo lo que...
—Yo no le pedí nada Benjamín.
—Te dije hace unos días que te iba a buscar pretendiente, le rogué a un montón de hombres para que acepten y Tahiel lo hizo. —me doy la vuelta para seguir caminando a lavar la ropa—. ¿Me humille con todos mis compañeros buscándote un pretendiente y dices que no me pides nada?.
—Porque yo no le pedí nada, es así de sencillo,
—Vas a quedarte sola si no aceptas.
—Pues me quedo sola antes de que alguien se tenga que humillar para que un hombre me acepte. —lo miro directo a los ojos con mucha furia—. No necesito nada de usted, nunca le pedí que ofrezca mi mano como si fuera mi padre, no se meta en lo que no le importa.
—Pues no soy tu padre y nunca nadie va a aceptarte Catriel, pero deberías aceptar el favor que te hago en buscarte un pretendiente, eres una mujer fea que no entiende que nadie te va pedir de buena gana. —mi barbilla tiembla y casi no veo por las lágrimas—. Discúlpame, no debí decir eso.
—Dígale a ese hombre que se salva de recibir a una mujer fea por hacerle un favor a un amigo, valla y hagalo feliz. —camino sintiendo mis hombros temblar donde pongo todo de mi para contener el llanto.
—Hija. —me paso la mano por la cara cuando mi mamá viene hacia mi con la cara que una locura va a hacer—. ¿Qué pasó? ¿Te hicieron algo?.
—No, no me pasó nada ni me hicieron nada, solo que estoy cansada.
—¿No me mientes?.
—No, quiero terminar con la ropa asi voy a dormir un poco que lo necesito, hoy estuvo todo muy cansador.
—Bien, ve rápido así vienes, tu padre pregunta por ti y que quiere verte donde no viniste en todo el dia.
—Termino rápido, tranquila.
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