Capítulo 7 La última noche

1230 Words
Antes de despertarse, Alfa Ryan sabía exactamente donde iba a estar. Afortunadamente, porque estaba encaramado en el alféizar de una ventana. No una ventana cualquiera, la ventana de la habitación de Cleo. El Alfa había aparecido ahí de repente tras desvanecerse en la cueva de Tiberius. Él sabía que había viajado al pasado, pero se veía real, se sentía real. Sabía dónde estaba, era la ventana de Cleo. La semana antes de la boda habían acordado no verse, como mandaba la tradición en su manada. Pero Ryan no había podido contenerse y a los cuatro días se había colado por la ventana de su cuarto. Ahora, estaba reviviendo esa noche. Tal y como ya había hecho tocó tres veces en el cristal y a la pobre Cleo casi le da un infarto. Pero se acercó a la ventana y lo dejó pasar divertida. -¿No se supone que un Alfa no debe ver a su Luna la semana antes de su rito de apareamiento? -Necesitaba verte. Alfa Ryan tomó un momento para mirar bien a Cleo, era ella, no había duda, el viejo chiflado lo había conseguido. El silencio prolongado despertó los recelos de Cleo. -¿Qué te pasa? Parece que hayas visto un fantasma. ¿Te estás replanteando nuestra unión? -No, no es eso, es que… necesitaba verte. A Cleo se le puso cara de pícara, de inmediato, se quitó su bata de dormir y dejó al descubierto un conjunto sexy de lencería roja. -Sabía que no ibas a poder resistirte, ya me empezaba casi a preocupar el que no aparecieras. Y efectivamente Ryan no podía resistirse, hasta su lobo interior lo sabía “Vamos, no te detengas ahora”. Sin mediar más palabra, se acercó a Cleo y la besó. La besó como quien lleva sin beber un mes y encuentra un arroyo en el camino. Alfa Ryan sabía que lo que debería hacer era intentar prevenirla, pero en ese momento no podía, sólo podía dejarse llevar por su deseo, asique se abandonó al deseo. El beso se prolongó durante un par de minutos, en los que Alfa Ryan no quiso abrir los ojos, llevaba mucho tiempo sin sentir eso y no quería que terminase. Fue Cleo la que rompió el hechizo del beso, Alfa Ryan abrió entonces los ojos y dio gracias a la Luna porque Cleo seguía enfrente de él. Cleo no tenía ninguna intención de poner fin a su desenfreno, tan sólo había parado para quitarle la ropa a Ryan. Lo hizo sin prisa, pero sin ningún pudor. Cuando sólo le quedaban los boxer puestos, comenzó a besarle en el cuello, siguió besándole el pecho poniendo especial énfasis en lamerle los pezones, luego comenzó a bajar por su pecho, deteniéndose para mordisquear la goma de sus boxer y finalmente posandose sobre la erección que la tela de su ropa interior no podía disimular. Esto ya fue demasiado para Ryan, tenía que hacerla suya, su lobo interior se lo decía. ¨Vamos tigre¨. Sin más dilación, cogió a Cleo de las caderas y la lanzó sobre la cama, colocandose el sobre ella. -Hazme tuya Alfa, te lo ruego. Ryan, dejó escapar una risita, no se lo iba a poner tan sencillo. Comenzó con calma a lamerle los pezones y esto provocó el deleite de Cleo,que comenzó a gritar como si la estuviera golpeando. El Alfa temía que alguien los oyera, pero en el fondo sabía que no iba ser así, a fin de cuentas, ya lo había vivido. Ryan decidió deleitarse un poco más con Cleo. Con suma delicadeza, la despojó del minúsculo tanga que aún llevaba puesto y se detuvo tan solo un momento para admirar su sexo completamente depilado y chorreante de placer. Cleo seguía rogando al Alfa que la penetrara, pero el Alfa tenía otros planes. Tomó sus dedos índice y corazón y se los introdujo a Cleo, que soltó un gemido de placer. Luego bajó su cabeza y colocó su lengua sobre su clítoris. Ryan comenzó a hacer movimientos circulares con su lengua mientras movía sus dedos hacía adentro y hacía afuera. El efecto no se hizo esperar, Cleo comenzó a notar como unas olas de calor iban surgiendo en su interior mientras sus gemidos se hacían más fuertes. De pronto, unas sacudidas comenzaron a apoderarse de sus caderas mientras sólo era capaz de gritar el nombre de Ryan. - Ni se te ocurra pensar que esto ha acabado lobita. Ryan se desprendió de sus boxers con un tirón, dejando a la vista su enorme m*****o para deleite de Cleo. Con cuidado lo acercó hacía sus caderas, restregandose con los jugos que había segregado. En otras ocasiones, el enorme pene de Ryan había encontrado dificultades para colarse dentro de ella, pero esa noche estaba completamente empapada y dilatada por la masturbación previa, así que el Ryan pudo penetrarla con un movimiento suave y continuo que la llenó por completo. Cuando hubo llegado al final, Ryan miró a Cleo, buscando la confirmación de que su v****a se había adaptado a tan tremenda intrusión. Ella sólo pudo hacer un ligero asentimiento mientras se mordía el labio. Pero fué más que suficiente para el Alfa, que comenzó a embestirla mientras seguía tumbada en la cama. Primero despacio, iba aumentando su velocidad conforme aumentaba el volumen de los gritos de Cleo. Cuando las embestidas parecían alcanzar su máxima potencia, Cleo volvió a sentirlo, un placer que surgía de la base de su estómago y que la recorría con descargas. El clímax se prolongó durante algunos segundos, mientras sus gritos llenaban la habitación. Pero parece que ni aún así el Alfa había tenido bastante. Valiéndose de su poderosa musculatura, agarró a Cleo por sus prominentes y redondeadas nalgas y la sujetó en el aire mientras seguía penetrándola. El orgasmo de cleo, que no había acabado por completo, seguía agitando sus piernas, haciendo vibrar su sexo y acelerando su corazón. Nunca había sentido un placer semejante, sentía que si el Alfa no culminaba pronto, iba a desmayarse de puro placer. Y entonces, como si el Alfa pudiera sentir sus necesidades, Ryan comenzó a soltar unos gruñidos, su pene comenzó a agitarse dentro de cleo y ambos se fundieron en un intenso orgasmo. -Te quiero Ryan.- Alcanzó a decir Cleo antes de desfallecer. Ryan, satisfecho, la dejó en cama con cuidado. Se sentó a su lado, y la observó durante lo que a él le parecieron un par de horas. De pronto, recayó en el tocador, había una libreta y un lápiz. Entonces pensó que tal vez si conseguía avisarla, si le podía hacer llegar una nota… Sin pensarlo dos veces, cogió el lápiz y comenzó a escribir. Nada más había comenzado a escribir el nombre de Cleo, la mina del lápiz se rompió. Lo que parecía un hecho sin importancia, de inmediato quedó patente que no lo era. El cristal del tocador comenzó a resquebrajarse, la casa comenzó a vibrar como si de un terremoto se tratase y empezaron a aparecer destellos por todas partes. Ryan notó una fuerza que tiraba de su ombligo arrastrandolo hacía el suelo y de pronto estaba de nuevo en la cabaña del chamán, con todos sus músculos ardiendo y la cabeza a punto de estallar. Una vez pudo encontrar al chamán con la mirada, vió que sonreía. -Bueno, bueno, mi señor alfa, ¿qué has intentado cambiar?
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