Al final del día, el médico dio el alta a Sheyla. Aún se veía débil, ya podía marcharse a casa.
Blanca, que había estado a su lado unas horas después del incidente, la ayudó a salir del hospital.
Ambas se dirigieron a la calle, buscando un taxi, pero a esa hora no había ninguno disponible.
Sheyla, visiblemente agotada, no lo mostraba, pero Blanca podía notar que le costaba mantenerse de pie.
—No aparece ningún taxi… —dijo Blanca con frustración mientras miraba a su alrededor.
Justo cuando el cansancio comenzaba a hacerse palpable, un lujoso auto n***o se detuvo frente a ellas.
Nate se bajó del vehículo con la misma expresión seria que había tenido desde el hospital.
—Las llevaré a casa —dijo sin preámbulos, clavando la mirada en Sheyla.
Sheyla lo miró con sorpresa, su instinto
