Capitulo 11.

1458 Words
Los días pasaron y en verdad no se pronunciaron las amigas de Mariana . Estaba bastante decepcionada, Bryan se lo advirtió. Qué sucedía con ellas.? Carlo también se quedó esperando su llamada, pensó que la otra vez le llamó para acostarse de nuevo con él. Ahora que conocía la información de la chica estaba seguro que sería más fácil encontrarla. Los Ford no se encontraban en el país, su hermano estaba a cargo de la empresa, probablemente estaría sola en casa. A los chicos nunca se les acostumbro a tener sirvientes, ellos mismos debían cocinar, los empleados solo llegaban a hacer limpieza y se marchaban. Carlo tomó su teléfono, su billetera y salió a casa de los Ford. Condujo por media hora hasta llegar a la mansión. Era un área grande y hermosa. El guarda vió que era un auto de lujo y elegante así que le permitió la entrada. Cuando llegó tocó la puerta. Mariana estaba sola en la piscina con un diminuto traje de baño. Escuchó el timbre de la puerta y caminó hacia ella. Pensó que su hermano había olvidado algún documento y no llevó las llaves así que abrió llevándose la sorpresa de su vida. Al ver a Carlo se quedó en shock. Hola preciosa. Qué... qué hace usted aquí.? Cómo supo quien era yo.? Fácil, eras tú la del otro día en el restaurante cierto.? Yo...no sé de qué habla. Puedo entrar.? No...mi hermano está arriba. Preciosa, sé que estás sola. Mariana sintió un escalofrío horrible recorrer su cuerpo, tenía ganas de llorar. No te haré daño, no soy ese tipo de hombre, tranquila. Ella respiró con un poco más de normalidad al escucharlo, aún así estaba a la defensiva. No cubrió su cuerpo al abrir la puerta así que Carlo la observaba detenidamente. Puedo entrar.? Yo... adelante. Al entrar se giró para determinarla, ella estaba cerrando la puerta y pudo verla de espalda. Su bikini estaba metido entre sus nalgas lo que provocó su erección. Se acercó a ella y la tomó por la cintura. Qué...hace.? Preciosa me dejaste como loco esa noche, en verdad te necesito. Mariana sintió su corazón arder y su parte intima humedecerse, también lo deseaba como loca desde esa noche. Carlo la giró y la vió a los ojos. Dime qué no quieres hacerlo una vez más y me iré. Yo... Carlo se acercó más, la levantó y la colocó sobre la dureza de su m*****o haciéndola gemir. Dime qué no me deseas muñequita y no te tocaré. Carlo pasó la yema de sus dedos desde su muslo hasta sus pezones endurecidos y la tomó del cuello con esa mano mientras que la otra sostenía su trasero en el aire. Mariana estaba extasiada. Yo...sí quie... Eso fue suficiente para él, la arrinconó sobre la puerta y presionó su m*****o. Bajó la parte de arriba del sostén y vió sus hermosos senos erectos. Estás sola cierto.? Mariana estaba en un sueño, ni se dió cuenta cuando le dijo sí que estaba sola. Carlo aprisionó sus senos en su boca succionando duro uno y después el otro. La quería tener ya. Abrió su pantalón y dejó salir su enorme m*****o. El cuál asustó un poco a Mariana le llegaba arriba de su ombligo. Por favor...usa un... Ella estaba tan excitada que no podía pronunciar palabra alguna. Carlo frotó su falo en su entrada y la penetró lentamente. No quería lastimarla si lo hacía duro al hundirsela de golpe. Mariana olvidó sus palabras y soltó un gemido de placer. Mmm, eres deliciosa pequeña, tan apretada maldita sea, serás mía, solo mía de ahora en adelante. Dilo, di que me deseas . Lo...deseo. Carlo empezó a mover sus caderas presionandola más duro sobre la puerta. Mariana enrolló sus piernas para sentirlo un poco más. No sabía ni qué experimentaba en ese momento, estaba extasiada de placer. Carlo colocó sus dedo sobre su c******s para ayudarle a llegar al orgasmo. Sintió estremecer su interior y soltó un gemido más alto. Sus ojos estaban cerrados se abrazó a Carlo enterrando su cabeza en medio de su cuello. Al terminar el acto se sintió avergonzada, no sabía ni qué hacer, cómo pudo acceder otra vez tan fácil y estando sobria.? Cariño, mírame. Ella levantó la mirada con sus ojos llorosos. Yo...no.. Tú y yo sabemos que nuestros cuerpos se desean el uno al otro bebé. No sé nada de ti, eso... Te asusta.? Sí, un poco. Bueno, te daré la oportunidad de conocerme, así no me tendrás miedo, qué te parece.? Mariana respiró tranquila y asintió. Carlo la llevó al sofá y la arremetió duro esta vez. Abrió sus piernas, quería verla. Tomó su teléfono y la empezó a grabar. Por qué...me grabas.? Preciosa quiero verte cuando no estés conmigo, soñarte, desearte. Mariana de alguna forma se sintió única y especial así que lo dejó seguir su juego. Se sintió sexi así que posó la muy ingenua para él. Carlo grabó todo el acto s****l, su parte íntima, su rostro, todo de ella. Mmm, para ser la segunda vez que lo haces no eres tan tímida bebé. Ella sonrió mientras Carlo la tenía en cuatro. El maldito enfocaba su trasero mientras grababa el acto y la penetraba. Sus hormonas adolescentes estaban a mil. Carlo la giró y la colocó sobre él. A ver nena, quiero verte en acción mi pequeña puttana. Ella sonrió e introdujo el m*****o en su v****a húmeda y caliente. Todo lo estaba grabando. Te gusta verdad mi Puttana.? Ahhhh, siii, me encanta.! Vamos, muévete para mí puttana. Eres mi perrita deliciosa. Mariana soltó una pequeña carcajada al escucharlo. Al parecer tenía algún fetiche el hombre debajo de su cuerpo. No le molestó, estaba concentrada en lo que hacía porque le encantaba sentirlo. Carlo frotó sus senos, era tan hermosa e inocente para él. Me encanta cómo vas perdiendo la timidez y la inocencia pequeña. Te lo haré día y noche para satisfacer todos esos deseos de puttana niñita sucia. Apagó su teléfono y la tomó de las caderas para ayudar a Mariana a impulsar mejor su cuerpo sobre su m*****o. Sus gemidos aumentaron porque podía sentirlo más cuando Carlo levantaba sus caderas. Vamos nena, quiero que te vengas, grita . Ahhh, ahhhh, Carlo... Carlo se detuvo en el acto. Mariana abrió los ojos. Qué...sucede.? Cómo sabes mi nombre.? Lo escuché ese día en el restaurante. Así que si eras tú pequeña zorrita. Ven, te castigare por ignorarme. Carlo la acostó y se colocó sobre su rostro introduciendo su m*****o en su boca dejándolo ir hasta el fondo provocando arcadas en Mariana. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Hasta que pudo sentir el líquido pegajoso en su garganta. Tenía unas náuseas horribles así que corrió al baño más cercano. Carlo aún llevaba su traje, solo abrió la parte de su pantalón para sacar su m*****o. Lo acomodó y sonrió al verla ahí agachada vomitando mientras la grababa. La tomó del cabello y levantó un poco su rostro. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Pequeña, al parecer no aguantaste mi v***a en tú boca. Lo... siento, no podía, es mi primera vez haciendo eso. Ve a lavarte, tengo que irme. Espera, te irás así nada más.? Sí, debo trabajar, te enviaré la dirección de mi apartamento puedes ir cuando quieras estaremos más tranquilos ahí. Mariana sintió que su parte íntima se encendía una vez más, su rostro se calentó y Carlo entendió que ella lo estaba deseando . Mariana se lavó el rostro y sus dientes con pasta dental y enjuague. Carlo la esperó. Ella caminó desnuda por la casa hasta llegar a él. Quién le tomó algunas fotografías. Eres una delicia pequeña, me gusta ver cómo eres tan sumisa conmigo. Ven a mi apartamento a las seis. Te follare duro. Quieres.? Mariana asintió, ese hombre la tenía hechizada de alguna forma y no entendía por qué.? Carlo frotó su v****a e introdujo dos dedos haciéndola humedecer una vez más. Los sacó y lamió todo frente a ella. Eres deliciosa. Sacó dinero de su billetera. Toma cómprate algo sexi para mí está noche. Le dió un pequeño beso en los labios y salió. Estaba desconcertada por lo que hizo. No sabía ni cómo sentirse ahora que su mente estaba más lúcida. Qué hice.? Corrió a su habitación y se dió un baño. Sacó la bolsa y leyó las instrucciones de los anticonceptivos. Empezaría a tomar las pastillas anticonceptivas, como desconocía un poco del tema, se tomó una píldora anticonceptiva pero no la del día después. No quería arriesgarse, jamás le contaría a su hermano lo que hizo. Bajó y limpió todo, tomó su traje de baño y se cercioro que todo estuviera en orden antes de volver a su habitación para vestirse.
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