Judith Veía a Daniel de reojo mientras conducía. Me sentía muy rara viajando en un auto como esté, desde que subí, todo el interior olía al aroma de la fragancia de él. Era algo embriagante y exquisito que hacía que un cosquilleo se presentara en la parte interna de mis piernas. Apretaba con fuerza, tratando de respirar despacio controlando mi respiración. Estar al lado de él, me convertía en otra persona, en una Judith que perdía el control de su cuerpo. Por la ventana de cristal me di cuenta de que estábamos viajando al otro extremo de la ciudad, en donde vivía la gente de clase alta. Una especie de nervios me invadió al pensar que Daniel en realidad no era un vagabundo si no que era completamente lo contario y este auto costoso era la prueba. —¿En que piensas? —pregunto de pronto asa