Daniel —Ni digas nada —le advierto a mi hermano. Hace caso omiso y cierra la puerta de la oficina, lo miro molesto. —¿Qué es eso que todos acabamos de escuchar? Este no es lugar para peleas sentimentales… —Díselo a África —me llevo la mano al cabello agitándolo con desesperación. Extraño mi cabello largo. —¿Por qué pelearon? —Cree que tengo otra. Anuar me analiza con la mirada como si estuviera buscando una respuesta. —¿Es verdad? Niego. —No… —por un momento mi mente me traiciona trayéndome el recuerdo de aquel beso con Judith en el zoológico, me siento como un miserable. —Si quieres tomate el día para hablar con ella, África es buena chica, como ella no encontrarás tan fácilmente además que ya esta trabajando en el bufete con nosotros, sería un caos tener que buscar otro