—¿Y qué haremos ahora? —preguntó, mientras me cruzo de piernas en el césped en donde Amaru y yo nos encontramos sentados. Su vista, la cual estaba fija al frente, se posa en mí, y una sonrisa de lado se adueña de sus labios y me hace alzar las cejas en su dirección al no comprender el porqué de aquel gesto. —Vine a secuestrarte —pronunció con voz tranquila. Amaru, quien se encuentra de pie a mi lado, se tira a la yerba junto a mí y se cruza de piernas también para posteriormente posar su vista al frente una vez más. —Eso fue lo que me dijiste cuando me tomaste de la mano y nos sacaste de la escuela, en pocas palabras estoy diciendo que soy el secuestrado. Así que, todo lo que vayamos a hacer queda en tus manos —indicó con una sonrisa amortiguada. Tragué saliva con pesadez para despué