Amaru detiene sus pasos de imprevisto y mi cara choca con su espalda por su acto repentino, el lagrimeo en mis ojos y el pesar en mis pensamientos es reemplazado por la sorpresa absoluta. Su cuerpo se gira hacia mí, y puedo ver el gesto apesadumbrado que refleja su rostro. —Emylie... —Solo dime que me quieres también, no es tan complicado —mascullé en un hilo de voz que amenazaba con romperse. Entrecierro mis ojos y contengo la respiración al darme cuenta de que el chico por el cual siento a mi pecho apretarse, se deja caer al suelo de rodillas a mis pies. Sus manos se encierran en las mías y las lleva a su rostro, el rubor en su frente y las dos líneas que se formaron al verse frunciendo el ceño me dejan atónica, sin saber que hacer o que decir. —Perdóname, Emylie —expresó con un to
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