Lisa estaba sentada, acurrucada en su sofá, sus pies en un cojín, sus dedos enroscados, las piernas metidas en su pecho. Su cara estaba enterrada en sus rodillas, sus manos apretaban y soltaban el cabello en su coronilla. Parecía que deseaba simultáneamente arrastrarse en ella misma, haciendo su cuerpo tan pequeño como fuera posible para así esconderse del mundo y salir de su propia piel, como si fuera imposible para su forma física contener todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Takashi no le había visto así en años y le cortó como un cuchillo en el estómago. Él pudo darse cuenta del instante en que ella notó su presencia en su casa por la forma en que se enterró más en sí misma, acercando más sus pies y empujando su cabeza tan abajo como pudiera. —Takashi… vete. —Dijo. Sus palab