Cuando llegaron a su sala habitual en la biblioteca la siguiente tarde, él jaló la silla para Lisa. Viéndole sospechosamente, ella se sentó. Él la acercó a la mesa, entonces eligió el asiento junto a ella en lugar del que típicamente utilizaba frente a ella. —¿Por qué de pronto eres tan educado? — preguntó, cerrando los ojos mientras se volvía a él. —Quiero decir, primero lavas los platos, luego me llevas café de mi cafetería favorita, y ahora jalas mi silla como si tuviéramos una cita en un lujoso restaurante. Él sostuvo su mirada, su rostro la imagen de la inocencia pura —Sabes, esa no es mala idea, ¿Te gustaría tener una cita en un lujoso restaurante conmigo? Sus mejillas instantáneamente se ruborizaron. —No era una sugerencia y no, no me gustaría. Estoy casada. — cerró los ojos a