Una vez más él hizo que el resto del mundo desapareciera. Sólo podía ver sus manos, dejando las de ella caer sobre la mesa y seguir la suya con los ojos mientras le quitaba la botella y la inclinaba para llenar su copa. Cuando el sake llegó al borde de la copa, él bajó la botella y cuidadosamente empujó la copa hacia ella. En algún lugar en el fondo registró que Shik y Rima habían llegado y estaban siendo saludados por los otros del grupo, pero no pudo obligarse a retirar la mirada de la pequeña copa blanca. Ella estiró el brazo para tomar la copa y llevarla a sus labios, dejando que el cálido liquido se deslizara por su garganta mientras intentaba salir del trance en que él parecía haberla metido. Fue la voz de Rima lo que finalmente penetró la neblina. —Hola, Lisa ¿Cómo estás? La of