Capítulo 7
Punto de vista Jazmine.
Abrí mi boca hasta donde no me dio más. Lukas y yo salimos muy temprano del pueblo para llegar a Londres a primera hora de la mañana. La angustia que me genera tener esta reunión con aquel hombre sin previo aviso no me dejó pegar los ojos en toda la noche y para cuando me di cuenta, ya los pájaros estaban cantando y la luz del sol se estaba metiendo por mi ventana.
Olive llegó poco después para quedarse con mis hermanos.
Los nervios me hacían actuar como un zombie, me bañé en automático, me vestí con la ropa más presentable que tenía en mi closet y no porque yo así lo haya escogido, fue Olive quien me hizo cambiar después de decirme que me veía como una espiga con alas, tampoco entendí que significaba, pero le hice caso y me cambié de ropa porque ella tenía mejor la cabeza que yo.
Ahora, de pie en medio del lobby de aquel mega edificio me sentía como una hormiga. Todo era tan… inmenso.
Parecía sacado de una novela.
Jamás me había visto rodeada de tanto lujo.
El lobby de este imponente rascacielos es como algo que en serio, jamás pensé llegar a pisar. Las paredes creo que son de mármol pulido y tienen al menos dos pisos de altura, el sol brilla en ellas y todo resplandece a mi alrededor y es que el hecho de que todo a mi alrededor sea de vidrio le da un toque tan único. El suelo es como si fuera un espejo, es tan blanco y tan brillante que me encuentro mirando mi reflejo notando que por supuesto, yo no encajo en un lugar como este.
Todo parece pertenecer al lugar, todo menos yo.
Hay columnas de mármol talladas, tan altas que me hace suspirar y a su lado, los grandes ventanales que hacen de pared me dejan ver la ciudad, tan ajetreada y ajena a lo que sucede a sus alrededores.
La gente camina más rápido que en el pueblo, es como si los londinenses no tuvieran 24 horas en el día y tuvieran que hacer todo mucho más rápido.
Nadie es amable con el otro, hombros chocan contra hombros y es como si fueran paredes, sin sentimiento, sin vida. Tan vacío todo.
La vida en mi pequeño pueblo es maravillosa comparado con lo que veo a mi lado.
—Deberías ir a…
Lukas deja las palabras al aire mientras señala la recepción, asiento lentamente con mi cabeza y camino con pasos inseguros sobre el suelo.
La recepción, es un mostrador de mármol n***o con líneas doradas, tal vez oro, no sería nada raro que fuera oro. De hecho, tiene todo el sentido que lo sea. Parece en vez de una recepción, una obra de arte por lo hermoso que es.
Al fondo, en la pared que queda tras la recepción, hay una pared que simula ser una cascada, llena de vegetación, el agua baja en vertical dándome una sensación de paz y tranquilidad en medio del caos que tiene mi cabeza.
Giro la cabeza un poco para los lados, hay cuadros y esculturas por todo el lugar, como si esto en vez de ser una oficina de arquitectos, fuera un museo de obras de arte.
Hay una sutil fragancia floral, tan suave que debes tener muy buen olfato para notarlo y no confundirlo con los perfumes de los visitantes; a medida que avanzo, el repiqueteo de mis zapatos de tacón bajo contra el suelo es molesto.
Me siento como un pez fuera del agua.
Tomo una profunda respiración antes de detenerme a unos centímetros de la obra de arte que tienen por recepción, cuidando de no tocarla. No quiero deberle más a nadie.
—Buenos días —saludo a la mujer tras la recepción, esta sentada en una silla color blanco giratoria, lo noto porque esta de lado hablando con su compañera. Tiene el cabello castaño con algunas iluminaciones, su maquillaje es sutil, pero hermoso y sus labios tienen un color rojo, me doy cuenta de que todas tiene los labios pintados de color rojo.
¿Es un código de vestimenta para venir a trabajar en el lugar?
—Buen día, ¿en qué la puedo ayudar? —pregunta seria, pero no es grosera.
—Necesito hablar con el señor Maximiliano Nowak —ella se mira con su compañera y me repara de arriba abajo.
—¿Tiene cita con el señor Nowak? —pregunta, como si yo no fuera apta para reunirme con él.
—No, pero él sabe quien soy y sé que va a aceptar mi visita —ella frunce el entrecejo sin creerme.
—El señor Nowak no recibe a nadie sin una cita de al menos 3 meses de antelación —ahora la que frunce el ceño soy yo, ¿qué tan importante tiene que ser ese hombre como para tener una agenda así de apretada?
Ni que fuera un tiquete para entrar al museo de Louvre.
—Realmente es algo urgente entre él y yo, podría ser tan amable y —hago un gesto señalando el teléfono —, llamarlo. Él no dirá que no.
Espero que no.
—No puedo, él no la recibirá. Le abriré un hueco en su agenda para… —mira el calendario en el monitor de color blanco frente a ella. —12 de junio.
Suelto una carcajada que carece de todo sentido de humor.
Eso es dentro de cuatro meses, el plazo, ahora de 48 días, se esta acabando. Mierda, el tiempo pasa tan jodidamente rápido.
—Es para el asunto del proyecto en el pueblo de Cotswolds para lo del proyecto de…
—Ese proyecto ya se canceló —me miró con una ceja levantada, de una forma en la que me llamó idiota mentirosa por hablarle de algo que ya no existía —, le pido que acepte la cita para el día que le he dicho y se retire o tendré que llamar a seguridad.
—Eso mismo, sé que esta cancelado, pero es para decirle que si se llevará a cabo de todos modos.
—Jaz, ¿qué haces? —me susurra Lukas a mi lado apretando un poco mi codo.
Las dos recepcionistas se miran entre ambas, la castaña toma el teléfono y parece hablar con alguien más, no directamente con Nowak.
—El señor Nowak no se encuentra en el momento —me hace saber la castaña —, pero puede hablar directamente con su asistente. Piso 35, allí la encontrará.
¿Piso 35? Uff.
Volteo a mirar a Lukas, esta pálido mirando las puertas del ascensor.
Ay, mal momento para acordarme que mi amigo tiene muchas fobias, en especial a lugares pequeños y cerrados como un ascensor y a las alturas y un piso 35 es su mayor miedo.
—Yo iré sola, quédate acá.
Me mira con tristeza.
—Lo siento —dice con pesar, sé que ni siquiera intenta decir que me acompañará porque no puede, me encojo de hombros entendiendo.
Ya mucho ha hecho viniendo conmigo, no puedo obligarlo a que haga algo que le hace mal.
—No te preocupes, yo lo entiendo —toco su hombro con ternura. —Ve a buscar una cafetería, trataré de no demorar.
—Vale, te estaré esperando.
Me alejo de él y voy directo al ascensor, toco el botón y espero pacientemente a que llegue y abra las puertas.
Me da alivio que Maximiliano Nowak no este, no sabría que decirle, no me he preparado bien, si llego a tenerlo delante no recordaré ni como me llamo. Es un hombre que intimida bastante, le tengo mucho odio, me esta jodiendo la vida de maneras inimaginables, él no lo sabe, no se da cuenta, pero la vida de mis hermanos, su futuro y mi paz, están en sus manos.
El ascensor por fin llega, miro sobre mi hombro y veo a Lukas dándome una pequeña sonrisa de ánimo, suelto un suspiro y me adentro en el ascensor.
El ambiente se siente pesado, muy pesado.
Como si hubiera entrado a algo de lo que no voy a poder salir jamás, las palmas de mis manos sudan, mi corazón palpita con fuerza y lo siento en mis oídos.
Los numero pasan con rapidez en el tablero de pisos, mi respiración es cada vez más agitada.
Me digo que no hay nada de que temer, no lo veré a él. Estoy a salvo por ahora.
Trato de mentalizarme, cierro los ojos para darme fuerza y valor. He podido con muchas cosas, puedo con una simple reunión.
Vamos Jaz, es solo algo momentáneo. No estas vendiendo el alma.
Un pequeño sonido como el de una campana me saca de mis pensamientos, abro los ojos al tiempo en que las puertas del ascensor se abren y me dejan ver lo que hay afuera de ese cubo de metal.
La respiración me falla, mis piernas tiemblan y siento que el corazón deja de latirme.
Una perversa sonrisa esta presente en el rostro de un hombre vestido de traje, la camisa se ajusta a sus brazos como si fuera una segunda piel, su mirada es…
Mierda, ¿qué hace Maximiliano Nowak acá?