A la mañana siguiente estábamos entrando a Los Hamptons por el noreste y en una hora estaríamos atracando en puerto. Desperté a todo el mundo, que con alegría recibieron el día y bajamos a desayunar antes de bajar del yate. Durante el desayuno, me hicieron comentarios sobre lo que habían hecho la noche anterior, haciendo sonrojar a una silenciosa Vero y que insistentemente quieren hacerlo nuevamente. —Bueno niñas eso depende de su tía Vero... —No Sergio, eso no es así, depende de ti. —dijo Vero al fin participando en la conversación. —¿Por qué de mí? —Pregunto intrigado. —Porque eres tú quien nos debe llevar a tu departamento. Todos nos reímos con la ocurrencia de Vero y no es para menos, pero estaría encantado de llevarlas las veces que quieran. Luego de bajar en puerto, nos dirigi