A la mañana siguiente desperté muy temprano y con sigilo salí de la cama y fui hasta donde estaban las niñas y las desperté. Les pedí que ahora fueran más naturales con su tía, mejor dicho que volvieran a ser como eran antes. Nos quedaba ese día de viaje y una noche y había que aprovechar a la tía. Como era de esperarse las niñas se emocionaron, estuvieron de acuerdo y me pidieron que participara más con ellas, de una u otra manera en algún momento yo debía ceder un poco más. No les dije que sí, ni que no, solo que haría el intento y salí de la habitación para irme a la mía con el mismo sigilo con el que salí. El día transcurrió más normal, las niñas sin exagerar trataron mejor a la tía Vero, y esta parecía estar más tranquila, incluso hasta más predispuesta a cualquier ocurrencia de l