A la mañana siguiente despierto primero y luego de lavarme la cara bajo por café a la cocina, donde el desayuno ya estaba listo y me percato que es medía mañana. Tomo dos tazas de café y subo a la habitación no sin antes dar un vistazo a las trillizas que plácidamente aún dormían. Despierto a Vero que somnolienta no quería pararse. —Las niñas ya despertaron? —Me preguntó cuando hizo una pausa con el café. —No, aún no, están profundas. —No sé como verlas a la cara, siento mucha pena... —Vero, míralas sonriente y ellas te devolverán la sonrisa, ahora serán cómplices de algo hermoso... —¡Hay que ver que tú sí eres arrecho de verdad! Tú consientes que yo si cometa el incesto con tus hijas, pero tú no lo haces. ¡Eres un descarado hipócrita! —dijo algo exasperada. —Es distinto Vero yo soy