Me sentí obligada de pronto a responderle de la misma manera y empezamos a compartir nuestras vivencias diarias una vez a la semana. Desde que empezaron a llegar las cartas nunca faltó una carta a la semana, hasta que al año él volvió a Ibiza. Yo vivía con mamá nuevamente, al ver que no salí embrazada ella se calmó, a las pocas semanas estaba de vuelta en casa. Cuando empezaron las clases nuevamente de lo que sería mi último año, yo me sentía otra, era otra realmente. Ahora me sentía fuera de lugar, donde sentía que todos los chicos y chicas eran niños, me sentía una mujer experimentada y no era para menos, con todo lo que Guillermo me enseñó quería seguir experimentando. Una de las cosas que Guillermo me hizo en sus cartas, era contarme lo que hacía con otras chicas mas no con su novia,