—No me refiero a eso, para eso hay condones... Me refiero a... lo otro —dice Bianca mirando hacia la casa de mi vecino de abajo y con dudas.
—A las pruebas me remito —echándome para atrás en la silla y exponiendo mi entrepierna y abriendo un poco las piernas.
Ellas se miraron un segundo y Bianca tomando la iniciativa se levanta de su silla, se acerca a mí y se arrodilla entre mis piernas.
Su mirada era felina, apenas lo sobó con su mano por encima de la ropa supo que aquello era más de lo que pensaba, con ligera sorpresa decidió comprobar y apretó la forma cilíndrica que ante el toqueteo empezó a hincharse. Su sorpresa fue mayor y apurada soltó la correa, el botón y bajó el cierre del pantalón, y metió la mano por el orificio de mear del bóxer donde con confianza y firmeza lo tomó y sac
