Admites que sientes algo

1715 Words
Apolo estaba actualmente entrenando en el gimnasio personal de su casa. Estaba sin camisa, solo llevaba un par de pantalones cortos y zapatos deportivos. Continuamente golpeó la bolsa frente a él. Necesitaba sacarse la tensión de alguna manera. Dormir no le había hecho ningún bien por primera vez en años que soñaba, y era con Brenda. No podía pensar en ella, estaba mal. Era un maldito Don. No tenía tiempo para ella. Le dio una patada a la bolsa y se rió. Dios, eso se sintió bien. Estaba haciendo su trabajo hasta que sonó su teléfono. Al principio decidió ignorarlo pero cuando siguió sonando decidió decirle a la persona lo que pensaba. Ni siquiera se había molestado en mirar el identificador de llamadas. —¿Qué carajo quieres? —Wow. Cálmate, Apolo, solo soy yo, Alicia. De repente se sintió abrumado por la vergüenza. —Perdóname —Por supuesto, hermano. Te llamaba para decirte que Brenda está en el hospital Su corazón se detuvo y palideció. Su dulce y hermosa Brenda estaba en el hospital. ¿Qué carajo? Ella no era suya, estaba con Eduard. Pero de todos modos, ahora era una amiga y familia. A él podría importarle. —¿Qué pasó? ¿Está herida, enferma? —Eduard fue a verla al trabajo, discutieron y ella se desmayó —Estaré allí enseguida. ¿Sabes quién es su médico? —Eduard la puso al cuidado de Eleazar —Oh, gracias a Dios. Al menos ese chico puede hacer algo bien —Apolo...— Ella advirtió. —Lo siento. Estaré allí Colgó el teléfono y salió corriendo de su sala de ejercicios. Juró que la ducha que tomó fue la más rápida que se había dado en años. No le importaba lo que se pusiera. Tenía que llegar hasta Brenda. —Pobre, nena— Se sintió terrible por ella. Mientras salía corriendo de la casa y se subía a su coche, puso a André en el altavoz. —Ah, buenas tardes, Apolo. Llegas tarde a nuestra reunión —¿Quién es el jefe aquí? Mira, cancélalo. La novia de Eduard está en el hospital. Sé que me enojo con todos ustedes cuando no vienen, pero soy el jefe, así que digo que la reunión se pospone. —Vaya Apolo... Suenas muy preocupado por la novia de tu hermano— Dijo en tono sugerente. —Ni siquiera empieces. Odio lo que siento tanto como tú. —Entonces admites que sientes algo —¡Cállate! No lo siento. Soy un monstruo. No siento. ¡Soy el maldito Capo di tutti capi! —Ese temperamento, Apolo... —Calla —Bien. Pero como tu asesor te sugiero que te tomes tu tiempo para pensar en esto. No hagas nada precipitado. Si tienes sentimientos por esta chica, asegúrate de que no tenga nada que ver con que ella esté con Eduard. Eso nunca es buena base para una relación. —La llevé a casa anoche cuando vino a cenar con la familia. Ellos discutieron, ni siquiera podía atreverse a mirarlo. ¿Cómo puede él no ver lo frágil que es? Cualquiera con ojos puede ver que ha sido herida terriblemente en el pasado, tal vez incluso físicamente, pero definitivamente veo abuso emocional en sus ojos. Sin embargo, Eduard actúa como si no lo viera —Wow. Debe ser una mujer increíble si hablas de ella así. Normalmente no te importan un carajo las mujeres a menos que sea Alicia. —Estoy muy confundido. Estoy llegando al hospital ahora. Te llamaré más tarde —Está bien, Capo. Espero que tu niña esté bien Apolo entró corriendo al hospital ignorando a todas las enfermeras y al personal. —¿Dónde esta la habitación de Brenda Adams?— Preguntó una de las enfermeras. Estaba tan asustada que no discutió. Ella simplemente señaló la habitación y se escapó. Irrumpió por la puerta para encontrar a Eduard, Alicia y una mujer que no conocía sentados en sillas al lado de la cama. Se movió hacia el lado opuesto de la cama y tomó una de las manos de Brenda entre las suyas mientras le acariciaba el lado de la cara con la otra. —Brenda, por favor despierta. Lamento mucho que esto te haya pasado. Por favor, despierta por mí. —Como si realmente fuera a despertar por ti— siseó Eduard— Soy su novio y ella no se despertaría por mí. Confesó haber sido abusada y no dijo quién. Luego siguió repitiendo que no quería recordar y se desmayó. No se va a despertar por que tu se lo digas, Apolo. Su corazón se detuvo. Miró al ángel y se llenó de ira. Alguien la había lastimado. Alguien le había puesto las manos encima y la había dañado. Quería matar al hijo de puta. Nunca antes se había sentido tan lleno de ira. —Por favor, Ángel. Cara de muñeca, por favor despierta Rose jadeó. Ese era Apolo, era hermoso y amable. Entendió lo que Brenda quería decir con que era duro por fuera, pero incluso ella podía ver que había un hombre amable por dentro. Cuando la llamó de esa forma se preguntó qué estaba haciendo Brenda con Eduard. Cuando él intentó despertarla, casi la sacudió hasta que Alicia lo detuvo. No había usado palabras dulces. Todavía estaba alterado por su discusión y por eso se enojó. Pero aquí estaba Apolo, quien ni siquiera tenía que estar aquí y estaba siendo extremadamente dulce con ella. Él la estaba tratando como Eduard debería haberlo hecho. —Muñeca, por favor despierta. Quiero volver a ver tus hermosos ojos, quiero verte sonreír. Por favor... Eduard, furioso y completamente incrédulo, se sentó allí. Su hermano nunca hablaba así de amable. Todo empezó con Brenda. Bueno, cuando Alicia trajo a Jason a casa, él preparó la cena. Pero eso fue realmente todo. Apolo normalmente era bestial y frío, pero frente a él había un hombre diferente, no pudo encontrar la voluntad para suplicarle a Brenda como lo hacía Apolo. Brenda le había dicho que no podía amarlo. Le rompió el corazón. —Brenda, cariño, por favor abre esos ojos tuyos, si puedes oírme, por favor intenta despertar. Sé que es difícil estar abrumado por la oscuridad, consciente o no, pero tienes que intentarlo, si no fuera por mí, por Eduard, por Alicia, por tu amiga Rose, o por ninguno de nosotros, solo por ti misma. Sobre todo por ti misma... despierta. XXX Punto de vista de Brenda La oscuridad se disipaba y empezó a ver la luz. No pudo evitar preguntarse si estaba muerta. Todo lo que pudo oír fue el sonido de una dulce voz que la persuadía a despertarse. La llamó Brenda, esa voz hacía sonar tan perfecto su nombre. También la llamó ángel y cara de muñeca. Cara de muñeca Apolo la había llamado así en su sueño. Esa voz pertenecía a Apolo. Él la estaba llamando para que despertara. Ella tenía que hacerlo. Tenía que despertar. Lentamente empujó la oscuridad y avanzó. Pudo sentir de nuevo y de repente sus ojos comenzaron a abrirse. Cegada por las brillantes luces de la habitación, parpadeó un par de veces para adaptarse. Fue entonces cuando se encontró con un par de hermosos ojos azules cristalinos. Sus labios se abrieron y lo llamó. —Apolo. Dejó escapar un sonido de alivio. Los chicos se pusieron de pie en un instante, entonces se dio cuenta de que había algo cálido en su mejilla. Giró la cabeza para ver la mano de Apolo en su cara. —Sí, cara de muñeca, soy yo. Estoy aquí Ella no pudo evitar sonreír. —¿Dónde estoy, Apolo? Justo cuando estaba a punto de responder, Eduard habló. —Estás en el hospital. Vine contigo en la ambulancia, te desmayaste Los recuerdos volvieron a ella y se encogió. Su ritmo cardíaco se disparó y el monitor empezó a pitar como loco. Rose estaba a su lado sosteniendo su otra mano en un instante. —Oye, Bren, cálmate. Está bien. Nadie está enojado contigo por desmayarte. No es tu culpa Apolo estuvo confundido por un momento sobre por qué tuvo que asegurarle que nadie estaba enojado con ella por desmayarse. Entonces recordó por qué se había enojado. Había sido abusada y era posible que se hubiera desmayado en el pasado y su abusador la castigara por ello. —Él no está aquí, Bren. Solo estamos Alicia, Eduard, Apolo y yo. Estás a salvo. Nadie te hará daño Las palabras de Rose parecieron calmarla y estaba agradecido. Luego, Alicia salió de la habitación para buscar al médico y hacerle saber que Brenda estaba despierta. Ella se sentó con la ayuda de Apolo y miró a Eduard. Estaba mirando al suelo, la ira era evidente en sus ojos. —Eduard— Su voz se quebró— Lo siento mucho. Sacudió la cabeza. —Como sea, Brenda. Has lo que quieras. ¡Aparentemente mi hermano significa más para ti que yo porque te despertaste por su maldita voz! —Eduard, por favor no la estreses— Rose suplicó. —¡No me importa! ¡Apolo siempre consigue lo que quiere! Eres una perra, Brenda. Odio amarte. ¡Te odio! Brenda jadeó y miró a su alrededor, no sabía qué hacer. La habitación quedó en silencio. —Eduard, estamos en un hospital, modula tu boca. Y estoy seguro de que no quieres decir lo que acabas de decir. —¡Por supuesto que quiero decir lo que dije! —¡Eduard! No le hablas a Brenda de esa manera. Ella no es una perra. ¿Cómo puedes atacarla así después de que acaba de regresar de estar inconsciente? —¡Deja de defenderla! ¡Tú no eres el bueno, Apolo! ¡Yo lo soy! —¡Dejen de pelear! ¡Por favor! Eduard caminó hacia ella y la miró intensamente. —¿Podrías amarme alguna vez? Si te diera tiempo, ¿podrías amarme? Ella negó con la cabeza. —Se acabó, Brenda. Adiós. Salió furioso de la habitación justo cuando Eleazar regresaba con Alicia. Brenda debería haberse enfadado pero no podía encontrar el valor para llorar. Todo lo que realmente podía hacer era escuchar el pronóstico del médico y hacer lo que fuera necesario para no mirar a Apolo, la razón por la que nunca podría amar a Eduard.
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