Todo lo que pudo hacer fue mirar por la ventana.
Estaba sentada con las rodillas pegadas al pecho. Era domingo por la tarde y las familias pululaban por las calles debajo de su ventana, ocupadas con sus vidas, a diferencia de ella.
Simplemente observó y esperó, haciendo lo que fuera necesario para no sentir culpa. Habían pasado tres días desde la última vez que vio a Apolo. Y durante tres días sufrió en silencio mientras intentaba darse cuenta de que sus deseos eran malos y que debería sentirse más culpable. Se odiaba a sí misma por lastimar a Eduard. ¿Cómo podía Apolo quererla después de haber tenido una relación con su hermano del que estaba separado?
Ella no lo merecía.
Había ignorado varios mensajes de texto y llamadas de Apolo en un intento de no engañarlo, no quería ser una carga para su vida, porque eso era todo lo que podía ser.
Rose bajó la voz mientras doblaba la esquina hacia la entrada de la habitación de Brenda.
—Ella no se ha movido en una hora, Apolo— susurró al teléfono.
—Esto es una tortura, Rose. ¿Por qué no responde a nada de lo que le envío?
—Tiene miedo. Se siente culpable por quererte
Se sorprendió al escuchar la última parte de su declaración. No tenía idea de que ella lo deseaba.
—¿Ella me quiere?— Él se quedó boquiabierto.
—Por supuesto que sí. ¿Cómo es que no lo sabes?— Exigió mientras se alejaba de la habitación de Brenda.
—Por la misma razón por la que ella no sabe que la quiero. Esto me está matando, Rose. Soy un capo de la mafia por el amor de Dios y, sin embargo, siento. Se supone que no debo sentir
—Lo sé. Me sorprendió un poco cuando me hablaste de tu trabajo, pero con toda honestidad, por la forma en que actúas con ella, nunca lo hubiera imaginado. ¿Sientes algo fuerte por ella? ¿Estarías dispuesto a alcanzarla? ¿Hablar con ella? Porque Bren no va a dar el primer paso debido a la culpa que siente.
—Por supuesto que siento mucho por ella. Y necesito estar cerca, Rose. No puedo soportarlo más
—Entonces ven. ¿Qué tan pronto podrás estar aquí?
—Estaré allí en media hora o menos— Declaró.
Colgó y se subió a su auto, conduciendo como loco hacia el departamento de Brenda.
Cuando sonó el golpe en la puerta, Rose corrió a abrirla. Brenda estaba sufriendo y sabía que Apolo también. Abrió la puerta a un Apolo que parecía nervioso. Su cabello estaba desordenado, probablemente por pasar los dedos por él tantas veces. Señaló hacia la habitación y él corrió hacia allí.
Cuando Brenda levantó la vista se sorprendió al ver a Apolo parado en la puerta. Su corazón se hinchó y sintió esa atracción hacia él que sentía cada vez que estaba cerca de él.
—Apolo—jadeó—¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que me odiarías por culpa de Eduard.
Sacudió la cabeza con incredulidad.
—Nunca podría odiarte, Brenda. Quién sabe cuándo te habría conocido si no hubiera sido por mi hermano. No puedo estar más lejos de ti. No me rechaces, te lo ruego.
Acortó la distancia entre ellos y la tomó en sus brazos. Mientras bajaba su rostro a su nivel, esperó su permiso. Ella separó los labios y él presionó los suyos contra los de ella. La electricidad los atravesó a ambos. Le encantaba la sensación de sus labios regordetes y carnosos contra los suyos. Sus labios eran tan suaves. Al instante ella se puso de rodillas y entrelazó sus dedos en su cabello mientras lo acercaba más. Nunca había besado a una mujer con tanto amor. Había tenido muchas damas y aventuras de una noche, pero nunca había tenido una relación verdadera. Todo esto era nuevo para él y le asustaba, pero quería perderse en ella. Quería reclamarla como suya.
Él gimió contra sus labios.
La levantó y tomó su lugar en el asiento de la ventana y la colocó en su regazo. Ella rompió el beso por necesidad de aire y él apoyó su frente contra la de ella.
—Magnífico— Murmuró.
Ella tomó su mejilla con la palma de su mano y lo miró fijamente a los ojos.
—No puedo creer que hayas venido por mí
—Siempre vendré por ti
Mientras miraba fijamente sus cristalinos ojos azules, vio destellos de su alma, vio la dureza dentro de él, sabiendo que las cosas no siempre serían tan dulces, pero vio bondad e incluso amor. Vio al pequeño niño anhelando ser el favorito de su padre y finalmente fue recompensado en el lecho de muerte de su padre cuando le concedieron el poder. Sabía que Apolo haría cualquier cosa para protegerla y que estaba aquí por las razones correctas.
Ella levantó sus labios hacia los de él una vez más y lo besó con pasión, pasó su lengua por su labio inferior y él separó el suyo. Sabía a sueño y sus lenguas comenzaron a luchar contra el dominio. Sus manos recorrieron su cuerpo, acariciando la curva de su cadera y el valle de su espalda. La besó más profundamente y la abrazó con más fuerza. Estaba reprimiendo sus instintos animales porque se preocupaba por ella, a diferencia de cualquiera de las mujeres con las que había estado en el pasado.
Antes su relación con las mujeres era sobre sexo, pero quería mucho más que eso con Brenda. Una parte de él quería conquistarla, dejarla en paz, no volver a verla nunca más para que sus emociones no lo controlaran. Pero la otra parte, su lado dominante, estaba cansada del sexo vacío y quería alguien en quien confiar, alguien a quien amar y que lo amara a cambio, quería a Brenda. Él lucharía y moriría por ella. Tenía que hacer todo lo que estuviera a su alcance para curarla y hacerle ver que él era el indicado.
Tenía que demostrar que era mejor que cualquier hombre.
Mientras lo besaba, sintió una oleada que nunca antes había sentido. Se sentía audaz y quería ser apasionada. Con Apolo no tenía miedo y de alguna manera sabía que él no rechazaría sus acciones ni menospreciaría sus emociones. Él la abrazó como si fuera un ángel y ella se deleitaba con la sensación de que él la adoraba con su boca y sus manos. Cuando el beso se rompió, ambos respiraban con dificultad mientras se miraban a los ojos.
—¿Entonces, dónde vamos desde aquí?— Brenda preguntó una vez que recuperó el aliento.
—A donde queramos ir, muñeca— respondió con una sonrisa.
—¿Por qué me llamas así? No es que me importe.
Él se encogió de hombros.
—Te queda bien, al igual que tu nombre, me gusta cómo suena
El rubor se extendió por su rostro mientras sus ojos se oscurecían.
—Me gusta cómo suena cuando dices mi nombre— susurró con voz ronca.
La acercó a él y le acercó los labios a la oreja.
—Brenda
Los escalofríos recorrieron su columna y el calor se acumuló entre sus muslos.
—Muñeca— Susurró dulcemente— ¿Qué me dirías si te llevara a cenar esta noche? Tengo una reunión a la que debo asistir que durará una hora y luego puedo recogerte a las ocho
Su rostro se animó con una sonrisa y asintió felizmente.
—Me encantaría. Realmente me alegraste el día
Él sonrió con orgullo.
—Me alegra escuchar eso, espero alegrarte el día todos los días de ahora en adelante
Ella le rodeó el cuello con los brazos y lo acercó. Se inclinó para darle un casto beso.
—Debo irme por ahora. Pero prometo que volveré esta noche, siempre llego a tiempo.
—Te haré cumplir eso.
—No te decepcionarás
Se levantaron juntos y ella lo acompañó hasta la puerta.
Una vez más la tomó en sus brazos y la besó con pasión y amor abrumadores. Luego, cuando el beso se rompió, tomó una de sus manos y la besó mientras la miraba a los ojos, luego habló suavemente con amor en sus ojos.
—Que Jehová nos guarde entre tu y yo cuando estemos ausentes el uno del otro
Ella jadeó. Nunca había tomado a Apolo por un hombre religioso, pero eso sólo demostraba lo que sabía. Fue simple pero tan dulce. Y con eso se fue, dejándola aturdida y con el corazón lleno de amor.
Rose se acercó detrás de ella y sonrió. Brenda giró lentamente sobre sus talones.
—Gracias, Rose
Ella simplemente la abrazó, porque sabía que era difícil decirlo. Brenda odiaba que la gente hiciera cosas por ella porque la hacía sentir inútil, pero necesitaba esto.
—No hay problema. Estoy feliz de verte así. No puedes dejar de sonreír
Brenda se tocó las mejillas y se dio cuenta de que tenía razón. No podía borrar la ridícula sonrisa de su rostro.
—Me pregunto adónde me llevará esta noche
No era propio de ella desmayarse por un chico, pero Apolo no era un chico cualquiera, era el puto Apolo Gray. La mayoría de las chicas probablemente huirían ante la idea de que fuera un capo de la mafia, pero ella pensó que era algo romántico. Le hizo pensar en viejas películas en blanco y n***o y en las décadas de 1920 y 1930. Aunque sabía que las cosas habían cambiado con los tiempos, aún así, el hecho de que fuera un mafioso la excitaba. Había tantas preguntas que quería hacerle, no sólo sobre su vida como Don, sino también sobre él mismo. Ella sabía muy poco sobre él y quería saber absolutamente todo, lo que significaba que probablemente él quería saberlo todo sobre ella. Con el tiempo supo que podría hablarle sobre su abuso. Se sentía segura con él y sabía que él no la juzgaría. Eso era parte de por qué no le había contado a Eduard hasta que se derrumbó; ella sabía que él la juzgaría.
—Probablemente algún lugar agradable. Me pregunto si le gusta el romance, eso te gusta
—Oh, eso espero. No puedo imaginarlo sin ser romántico. Quiero decir, ya lo es un poco, interpretando al héroe como lo hace.
Rose se rió entre dientes.
—Él no está jugando. Él es el héroe. Es tu héroe, pero realmente atractivo y sexy. ¡Quiero decir, el hombre es un experto en armas! ¡Es un maldito Don de la Mafia!
Brenda miró a su mejor amiga con curiosidad.
—¿Sabes eso?
Ella asintió.
—Me lo dijo ayer por teléfono. Estábamos hablando mucho porque estaba muy preocupado por ti. No podía soportar estar lejos de ti y tú estabas sufriendo y castigándote, así que decidí que debería venir.
Brenda no pudo evitar sonreír.
—Realmente eres lo mejor ¿lo sabes verdad?
—Lo sé— dijo con orgullo mientras ponía sus manos en sus caderas.
Entonces dejó escapar un bostezo.
—Estoy cansada. Supongo que tomaré una siesta y luego me prepararé para mi cita de esta noche
—Eso suena como una buena idea. Yo también necesito prepararme, voy a ir a eso de las chicas estúpidas en el entrenamiento
—Ug. ¿Matthew te obliga a hacer eso?
—Sí pero mi jefe no es tan terrible como el tuyo. Sin embargo, esto es tan estúpido. Estas chicas son adolescentes y quieren aprender a ser modelos, por lo que es como un encuentro, un saludo y una lección. Es muy molesto. Ninguna va a poder seguir el ritmo
—Eso es lo que sucede cuando eres tan buena. Eres una de los mejores que tiene Matthew, y diría que una de los mejores en la ciudad de Nueva York. Quieren lo mejor para ayudar a los novatos
—Gracias. Y supongo que tienes razón, pero prefiero ser tú esta noche y tener una cita
Ella sonrió y luego regresó a su habitación, sólo para quedarse dormida mientras soñaba con Apolo.