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Si antes tenía duda, ahora no la tengo, es ella, es su olor, sus labios, su cuerpo, te encontré mi dama dorada, mi corazón salta de felicidad. La aprieto más a mi cuerpo, la beso aun cuando se resiste, me empuja y me aparto. - Usted...- me observa, está sorprendida, no sabe qué decir. - Nathalia. - Me debo ir - sale de la casa. - Espera, hablemos. - ¿Hablar?, Somos socios, compañeros de trabajo y me besas. - está confundida, lo puedo notar. - Nathalia, escucha... - No, escucha tú. Eso que hiciste no está bien, los compañeros no hacen eso, además...- se queda callada. -¿Además, que?, Dime qué piensas. - Pienso que debo irme, cuando tenga algo del diplomado, de Benítez o Balbuena le aviso. - Te vuelves escapar- le digo recordando que al despertarme esa mañana ya no estaba. - ¿Vo