Capítulo 16

1508 Words
EL MAR ES TAN INMENSO COMO EL AMOR QUE SENTIMOS EL UNO POR EL OTRO «Ven. Llévame del dolor, que está oscuro y no oigo tu voz. Solo quiero respirar, que la noche me va a matar» —Kudai -Llévame. —Si estuviera viva traería mi celular y tomaría fotos a todo este paraíso. —Si estuviera vivo disfrutaría de tocar la arena, de sentir el agua de mar, de sentir el sol en mi piel. Miré a Brandon. —A veces eres un cursi. Lo que había dicho me había resultado tan poético. —De grande quería ser escritor —me dice. —¿Por qué de grande? Hay muchos adolescentes que escriben a tu edad. Y son muy buenos. Estábamos acostados en la arena, bajo un árbol, mientras mirábamos a las personas ir y venir. Era un buen día. Hoy no sentía tanta tristeza en mi corazón. Y eso era una buena señal. —Lo sé pero de nada me sirve lamentarme ahora de las cosas que no hice cuando estaba vivo —comenta. —Lo sé. Ahora solo nos quedan los ¿qué hubiera pasado si...? —¿Por qué no te gustan los días nublados? —me pregunta. —No lo sé. Antes me gustaban. Pero ahora los días nublados y friolentos me provocan tristeza, me provocan desánimo. Y los días soleados me llenan de vida y de felicidad. Es raro porque tendría que estar bien con cada estación, sin importar cuál sea. Los días nublados me llenan de melancolía. —Lo entiendo. Es un poco triste. Ahora sé que cuando está nublado y lluvioso tú estás melancólica y triste. Y cuando hay días soleados están animada y feliz —dice. —Es bueno que tú sí me entiendas. Jay nunca lo entendió. —Vamos, Sam, no piensen es cosas tristes ahorita. —Está bien. —¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! —escuchamos el grito de alguien. Brandon y yo nos reincorporamos y nos pusimos alerta ante el grito de una mujer a la orilla del mar. —¿Qué pasa? —me puse de pie el mismo tiempo que mi amigo. —¡Mi hija! ¡Se ahoga mi hija! —grita la mujer. —Allá, cerca de aquellas rocas —me dice Brandon señalando unas rocas que estaban algo profundas. Allí estaba una chica chapoteando agua. Se estaba ahogando. —Brandon, tu bote —le digo. —Vamos. Corrimos hacia el bote de Brandon que siempre estaba en una orilla. Los guardacostas estaban tardando en auxiliar a la señora que estaba demasiado desesperada. ¿En donde están cuando se les necesita? Más y más gente se acumulaba cerca de ella pero nadie se adentraba al mar para rescatarla. Quizás era muy peligroso. —Ayúdame a empujar —me dice. —Está bien. Empujamos el bote unos cuantos metros hasta llegar al mar, Brandon se montó y luego yo también. Tomamos los remos y empezamos a remar. Lo bueno es que el mar no estaba enojado, al contrario, estaba muy calmo. Eso nos hizo ir más rápido. Solo esperaba que pudiéramos llegar a tiempo. —Rema, Sam, rema. —Tranquilo, eso hago —estábamos dando todo lo que teníamos él y yo. Sin embargo, noté algo blanco en donde estaba la chica. Se hundía y volvía a la superficie. Estaba muy cansada ya. Cuando llegamos a su lado, la chica se hundió del todo. —¿En donde está? —preguntó Brandon, se miraba muy desesperado. —No lo sé —la buscamos por los alrededores del bote y en la superficie. Pero la chica no estaba. ¿Se había hundido del todo? No pude evitar sentir mucha tristeza por eso. —Me meteré al agua para buscarla —Brandon se empezó a quitar la camiseta. Lo noté más grande. ¡Brandon estaba más mayor! Tenía músculos como de un adolescente de 18 años. No lo había notado y quizás no sea tiempo para pensar en eso porque hay una chica que está a punto de morir. Pero no podía pasarlo por alto. Brandon creció. Justo como me dijo Charles. Algo estaba pasando con él. —Es muy peligroso, Brandon —lo detuve. —Vamos, Sam, no moriré dos veces —Brandon se iba a meter al mar, pero en eso un cuerpo salió a flote justo a la par del bote. —Ayuda, ayuda por favor —era la chica, chapoteando agua. Brandon la tomó de los brazos y la empezó a subir, lo ayudé a subirla al bote hasta que la chica estuvo completamente fuera del agua. A salvo con nosotros. —¿Estás bien? —me arrodillé junto a ella, estaba tosiendo, sacando el agua que había tragado en todo este tiempo. Asintió. —Si, es solo que me he dado un buen susto. Le palmeé la espalda para que terminara de sacar el agua. Miré a Brandon de pie, algo lejos de nosotros mirando la escena. —Brandon, ¿qué te pasa? —¿No te das cuenta, Sam? —¿Darme cuenta de que? Y entonces una bombilla se prendió en mi cerebro. ¡Qué idiota había sido! La chica nos miraba y nos estaba hablando, estaba en nuestro bote con nosotros. Ella no lo había logrado. No pude evitar sentir tristeza, demasiada tristeza dentro de mi. Ella luchó por vivir, nosotros luchamos por rescatarla y no lo logramos. —Gracias, muchas gracias por salvarme. Me sentía perdida. Sin que nadie me ayudara. Pensé que moriría. La chica era joven, tenía el pelo muy rubio y era muy blanca. Era muy bonita. Brandon estaba medio en shock, me pareció raro porque a él no le asustaban estas cosas. —Brandon —troné los dedos para que saliera de su estado de trance— Ayúdame aquí. El parpadeó varias veces y reaccionó. —Lo siento. ¿Cómo te llamas? —le preguntó él. —Sol —respondió ella. —Sol. Es un bonito nombre. Yo soy Brandon y ella es Samantha. ¿Te sientes bien? —Estoy bien. Solo un poco asustada por lo que acabo de pasar. Me urge llegar a tierra firme y ver a mi madre. Vinimos por las vacaciones aquí. En realidad somos de Francia. —Hablas muy bien nuestro idioma si —comenta él. —Claro, mi padre es de aquí. Él me enseñó desde pequeña. Me senté y miré la escena. Y entonces una imagen se cruzó por mi cabeza. Una imagen de ellos dos. No cabe duda de que las cosas siempre pasan por algo y que todo está conectado. Absolutamente todo. Noté que en la orilla venían los guardacostas con salvavidas en busca de Sol. En busca de su cuerpo más bien. —Brandon, deberíamos de salir afuera mejor. —Si, es mejor. Brandon y yo remamos hasta llegar afuera, era mejor explicarle las cosas a Sol en tierra firme. No sabría cómo iba a reaccionar, supongo que mal. Todos reaccionan mal. Cuando salimos a la orilla, Sol es la primera en poner un pie en la arena. —Se siente muy rara la arena, es como si fuera esponjosa. Me siento extraña —se ríe nerviosa. —Hasta la temperatura del sol bajó. No, no había bajado la temperatura del sol ni nada, es solo que ya no estaba en el mundo real, estaba muerta y todo era diferente aquí. —No sé cómo agradecerles el que me hayan salvado —nos dice— les debo la vida. ¿Quieren conocer a mamá? Vengan conmigo. Brandon y yo nos sentíamos incómodos porque no sabíamos qué hacer o qué decirle. Esto era muy difícil de explicar. —Sol, espera un momento —le dije— Necesito decirte algo. Algo muy delicado. —Dímelo. ¿Por qué hay tanta gente acumulada? —inquiere notando al murmullo de gente a lo lejos. Dentro del mar, noté que los guardacostas traían a alguien. Un cuerpo. Noté la cabellera rubia y entonces supe que habían encontrado el cuerpo de Sol. —Oh, por Dios, se ahogó alguien. ¡Tenemos que ver! —Sol me toma de la mano y me lleva con ella. Brandon viene detrás de nosotros. Pero está raro y callado. Así no es él. —¿Donde estará mamá? Me estoy preocupando justo ahora —comenta más para sí misma. —Sol, espera, no creo que quieras ver eso. No es bueno que lo veas —la detengo. —¿Por qué no? No le tengo miedo a los muertos ni a la muerte —responde. Eso es algo positivo entonces. —Déjala. Tiene derecho. —me dice Brandon tomándome de la mano. Quise llorar. Es que hace unas semanas estuve en su misma posición, a diferencia de que no vi mi cuerpo muerto. Ella lo verá. Y será un golpe duro para ella. Cuando la gente se dispersó, Sol miró el cuerpo que estaba tirado en la arena. Una chica rubia, tez blanca, con una camisa de tirantes en blanca y un bikini azul. Tenía sus ojos cerrados. Habían tratado de revivirla con respiraciones pero había sido inútil. La madre lloraba junto a su cuerpo, desconsolada. Sol miró la escena y se quedó estática en el mismo lugar, asimilando, sin entender lo que pasaba. Sol solo fue una chica que vino de vacaciones con su madre al mar, sin saber que moriría en el trayecto. ¿Qué iba a pensar ella que si se metía al mar no saldría más nunca con vida? Nadie sabe cuando será la hora de tu muerte o la ultima vez que mires a alguien. Cuando sales de casa no sabes si en realidad te estás despidiendo. Sol era otra chica más que se quedaría atrapada en el limbo con nosotros. Para siempre.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD