Capítulo 13

2216 Words
RECUÉRDAME INCLUSO CUANDO NO QUIERAS RECORDAR —¿Qué haces tú aquí? —espeté. No podía ser que en donde nosotros fuéramos él estuviera. Y ahora pienso que no es casualidad. Más bien creo que nos está siguiendo. —Este es... mi trabajo —dijo. Usaba una gorra negra que me impedía ver su rostro por completo, más que estaba medio oscuro.—La pregunta aquí será: ¿qué hacen ustedes aquí? Sam, estás fuera de tu lugar de muerte. Al igual que tú, Brandon. —No te tenemos miedo —dice Brandon, poniéndose delante de mi, como un escudo. —Pues deberías, niño —lo encara el tipo ese. Estoy sintiendo un poco de miedo ahora. —¡Basta! —me interpongo entre los dos—¿cómo te llamas? —me dirijo al tipo— mira, no sé quién eres ni qué quieres de nosotros; pero estamos aquí porque necesito respuestas acerca de mi, de lo que me pasó. Solo eso. No estamos haciéndole daño a nadie, ¿nos puedes dejar trabajar? —se lo dije lo más calmado posible. —Eso lo sé muy bien —se cruzó de brazos. —¿Entonces qué quieres de nosotros? Me miró, sabía que su mirada estaba en mi, se sentía tan profunda y penetrante. Sentí algo dentro de mi, como un vuelco en mi pecho. Y entonces supe que este chico sabía más cosas, sabía muchas cosas. Él sabía de mi. No era casualidad que nos siguiera y que no nos hiciera nada. Tenía una gran intuición y intuí que este chico no era el malo de la historia. —Quiero... —iba a responder pero un ruido lo interrumpió. Era como un canto, un canto de una mujer. El canto estaba lleno de ecos y venía del salón principal. La piel se me erizó al pensar que era un muerto. —¿Quién es esa? —quise saber susurrando. —No lo sé pero lo vamos a averiguar —me responde el tipo que ni siquiera sé cómo se llama aún. Pasó a nuestro lado y caminó— Vamos —nos dice al notar que no nos movemos. —¿Por qué confiaríamos en ti? —le dice Brandon con desconfianza. —No lo hagan —se encoge de hombros. Miro a Brandon, él también me mira, yo solo me encojo de hombros y lo sigo. —Espero que no nos arrepintamos de esto, Sam —me dice Brandon a mis espaldas. —Esperemos que no. Caminamos por un pasillo oscuro y frío, aquí la temperatura bajaba más y había mucha niebla lo que hacía que esto se sintiera más escalofriante. Pero a nuestro alrededor noté algo que jamás había visto en vida. Eran bultos en la tierra. Bultos como tumbas. Aquí siempre habían estado. Habíamos pasado años encima de tumbas y nunca nos dimos cuenta. Eso fue escalofriante. Encima de las tumbas había una lápida en donde salía el nombre del muerto y cuando murió. Me acerqué a una tumba que estaba cerca de mi. Decía: Marie Montgomery Roussel Amada madre, esposa y hija 23.04.1810 — 04.12.1830 R.I.P Estas lápidas eran desde hace mucho tiempo. Avancé más hasta en donde estaba el tipo. —Oye y... ¿cómo te llamas? —quise saber. Él me miró y dudó un poco en decirme, pero lo hizo: —Charles. Charles Cannadian. Asentí. —Gracias. La voz de la mujer seguía resonando por los pasillos. Llegamos al salón principal y estaba todo oscuro, lleno de niebla. Brandon se posicionó a la par mía mientras buscábamos de donde provenía la voz. —No hagan nada, ni gritos ni correr, nada. Simplemente quédense en el mismo lugar. Si cree que somos de los mismos no nos harán nada. —A ti no te harán nada, eres un condenado, te encargas de llevarte las almas a la oscuridad. —le dijo Brandon. Noté que Charles se tensó y me dio pena por él. Y también pensé que Brandon había sido un imprudente al decirle eso. Pero parecía que Charles no se sentía orgulloso de serlo. —Lo digo por ustedes —se retracta— allí está. Miramos por donde nos señalaba Charles. En el escenario, por así decirlo, había una mujer de espaldas. Era la que cantaba. Tenía un vestido celeste de esos que usaban en aquellos años. Pero estaba lleno de tierra y sucio. El pelo de la mujer estaba medio desarreglado y tenía mechones blancos. Charles se fue acercando así que nosotros lo seguimos. —Marie Montgomery —eleva la voz. En eso la mujer deja de cantar y hubo un silencio terrorífico en el aire. Tomo a Brandon de la mano y la aprieto. —Tranquila —me dice. —Esto me da miedo —le susurro. —¿Cómo sabe su nombre? —preguntó Brandon más para sí mismo. Y era cierto. Le había dicho su nombre. Y el nombre era el de la lápida que recién vi. Charles sabe mucho más de lo que aparenta. —¿Quien eres tú? —pregunta la mujer. Pero fue una voz gruesa y ronca. Una voz tan escalofriante. Como las de las películas de terror. Mi piel se me erizó del susto. —Dame la cara, Marie Montgomery—le ordena Charles. ¿Qué está haciendo? —Dime quién eres y qué haces aquí —le pide la mujer a cambio de dar su cara. —Soy Charles Cannadian. Y vengo por tu alma. Abrí los ojos del asombro y miré entre Brandon y Charles. ¿Qué demonios está haciendo? —¿Qué le pasa? —pregunté— Charles, ¿qué estás haciendo? —me solté de Brandon y me dirigí hacia el chico. Estaba inexpresivo, como si no tuviera miedo. —Sam, vuelve aquí —susurra Brandon. —Hazle caso a tu amigo, Samantha, y ve con él —habla Charles a lo bajo. Sin inmutarse de su posición. Sin quitarle la vista a la mujer. —Dime por qué dices que vienes por su alma, ¿qué se supone que harás? —Eso no es de tu incumbencia así que vuelve con tu amigo. Pero no le hice caso. Me quedé entre medio de los dos a una distancia considerada y me crucé de brazos. No puede ser que no me de una explicación. Quiero saber si es una trampa también para nosotros o qué. En eso noté que la mujer se rió. Fue una carcajada tan escalofriante y tan seca. Era como si tuviera vidrios en su garganta que la hacían tener voz entrecortada. —Charles, Charles, ¿qué haces con ellos aquí? —y entonces la mujer se volteó lentamente. Mientras lo hacía me quedé estática viéndola: sus ojos eran dos huecos blancos y tenía n***o a los alrededores. Sus dientes eran tan afilados que no parecían dientes humanos. Su cara estaba con huecos en los cuales habían unos gusanos colgando de ellos. Y sus uñas de las manos estaban largas, llenas de tierra y mal cortadas. Era horrible. Y asqueroso. Sentí que me desmayaba pero no lo hice. Es que jamás había visto un fantasma así. Y entonces recordé  que estábamos en un cementerio y que aquí los muertos eran como en las películas de terror: terroríficos. Di un paso para retroceder e ir donde Brandon, pero en un abrir y cerrar de ojos la mujer ya no estaba en el escenario sino a la par mía. —¿A donde crees que vas, querida? —eleva su mano para tocarme el pelo. Miré a Charles quien ahora me miraba. Movió la cabeza diciendo que no. Entendí perfecto que no me moviera ni corriera. Aunque era eso lo que quería en este momento: salir corriendo de aquí. Que no me toque. Que no me toque. Que no me toque. Su mano se detuvo ya que una especia de luz blanca se formó a mi alrededor, como un escudo. Me quedé estática viéndolo, lo miraba todo como en cámara lenta. Había un escudo blanco y transparente a mi alrededor. Estaba confundida. ¿Qué está pasando? —¿Brandon? —mencioné su nombre. Quizás él sabía lo qué pasaba. —Sam —me dice— tienes un escudo alrededor de ti. Estás protegida desde que llegaste aquí. Un escudo de luz blanca. ¿Sabes lo que significa? —No y me gustaría saberlo justo ahora —noté que la mujer se había quedado estática viendo el escudo mientras retrocedía pasos hasta dar en la pared. —No es posible —dijo la mujer mientras se desvanecía. ¡Su cuerpo se estaba desvaneciendo! ¡Lo estaba! Y entonces su cuerpo feo ya no era más feo. Ahora era una mujer normal. E incluso era muy bonita. La miré estática. Ella se miró las manos mientras sonreía. Y luego me miró a mi. —Gracias —susurró antes de desvanecerse por completo. Me asusté. Así que la protección se desvaneció también, quedando yo solamente. Brandon y Charles me miraban perplejos. —¿Qué pasó? ¿Donde está la mujer? ¿Vieron lo mismo que yo? —les pregunté eufórica. —Marie ya no es más un fantasma —me contestó Charles— Marie había pasado atrapada aquí muchos años mientras la oscuridad se apoderaba de ella lentamente. Su alma estaba sufriendo y no sabía cómo liberarse. Hasta que llegaste tú. —¿Qué es lo que yo hice? ¿Por qué tengo un escudo de protección? —me llevé las manos a la cabeza. No entendía nada. —¿No lo ves, Sam? —Brandon se acerca— Charles es el encargado de llevarse las almas al infierno. Y tu, Sam, llevaste el alma de Marie al cielo. La liberaste. ¡Ahora me doy cuenta de eso! Tienes un propósito aquí, Sam. Al igual que Charles. Ustedes estaban destinados a encontrase. Sam, estás aquí para liberar el alma de las personas que no merecen la oscuridad. Hicimos lo mismo con el hombre del puente. Con Lalo. Liberas sus almas. —Yo no hice nada, Brandon, los dos hicimos lo del hombre delgado y lo de Lalo. Tú me ayudaste también. —Brandon te ayudó, es cierto, pero mientras lo ayudas lo vas liberando. Aunque no se quiso liberar cuando atrapó al pez. Luego de eso Brandon desaparecería para siempre. Pero dejó ir al pez. No funcionó. Eres una liberadora de almas, Samantha. Es por lo que estás aquí. —Pero... no entiendo. ¿Brandon desaparecía? ¿Me hubiera dejado sola? —miré a Brandon que lo miraba más alto de lo normal. —Hay muchas cosas que no saben —dice Charles, acercándose.—¿Notas a Brandon más alto, con barba, más maduro? Está creciendo. —¿Cómo es eso posible? —quise saber. Brandon estaba pensativo. —¿Aún tengo oportunidad? —le pregunta a Charles. —¿Oportunidad de vivir? —Charles niega. —Oportunidad que averiguarás con forme el tiempo. Aún no es tiempo de que lo sepas. Lo que tienen que hacer es seguir buscando las respuestas para Sam. Hoy dieron un gran paso en eso. Descubrieron que Sam es una liberadora de almas. Recuerdo el rostro de Marie Montgomery y la sonrisa que me dedicó. La liberé. La liberé de la oscuridad y ella me lo agradeció con su tierno y sincero gracias. Eso me llenó el corazón. Porque hice un bien. Hice algo bueno. Algo de lo que sentirme orgullosa. ¿Acaso vine aquí para liberar a todos aquellos que no merecen estar aquí, que no merecen seguir sufriendo viendo pasar la vida mientras ellos se quedan estancados en el mismo lugar? —No entiendo por qué yo —me dije a mi misma—¿desde cuando? ¿Por qué salió ese escudo protector? No hice nada para que saliera. —Cuando Marie estaba por tocarte, tu cuerpo sintió el sufrimiento de esa mujer. Te protegió, sí, porque Marie estaba llena de oscuridad y la oscuridad no puede tocarte. Así que tu subconsciente actuó y liberó a la mujer. Tienes mucho que aprender sobre liberar almas, Sam, tienes que aprender a controlarlo porque no te pasarás la vida liberando almas sin saber cómo lo haces. Tienes que aprender a liberarlas porque tú quieres y en el momento que quieras. —¿Así como tú? —le pregunto. —Así como yo. —Tú puedes ayudarme —fue más que una pregunta, fue más una afirmación. Charles dudó. —No puedo, tendrás que hacerlo sola. —Charles pasó a nuestro lado y se perdió por los pasillos. Suspiré profundo. —Tranquila, Sam, yo te ayudaré. Encontraremos todas esas respuestas a tus preguntas. Hoy dimos un gran paso como dijo... Charles. Pero creo que fue suficiente por hoy. Volveremos mañana pero de día. De noche no sirve mucho que digamos. —Gracias, Brandon, no sé qué haría sin ti —lo abracé. —Ahora vámonos por que Charles ya nos dejó. Escuchamos la risa de un niño en una de las aulas. Miré a Brandon con terror para luego salir corriendo de allí. No pasaría un minuto más en ese terrorífico lugar. Érase una vez mientras dormía me entregaron algo que jamás pensé que tendría. Érase una vez mientras dormía una la luz blanca inundó mi cuerpo y mi vida.
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