—¿Cómo que no abre los ojos? —Si, ella… la enfermera está descansando hoy, le di agua pero no responde, le dije que fuéramos al médico más temprano y se quedó dormida. Los autos no tardaron en aparcar frente a la casa, varios hombres se bajaron y minutos después Fernanda envuelta en una manta blanca y acompañada como siempre por su padre era trasladada a un hospital de lujo. —¿Qué sucede? —preguntó la voz al otro lado del teléfono. —Está inconsciente —intentó hablar, pero no sabía que decir, lo obvio era llevarla al hospital. —¿Puedes hacerlo sin mi? —Si. —De acuerdo, si necesitas algo no dudes en avisarme, sabes que no… —Si, lo sé. Duerme y si sucede algo extraordinario te avisaré. Rodrigo miraba a su hija tan frágil en ese auto, sintió una pena casi abrumadora, quería poder t