Narra Nerea: El corazón se me desbocó, como lo hacía indudablemente cada vez que notaba su presencia. ¿Cómo era posible que con el simple hecho de verlo, la piel se me erizara y la sangre me ardiera? ¿Cómo era posible que el tiempo no curara las heridas o al menos me hiciera olvidar lo que sentía por él? Una respuesta sencilla para el cerebro pero difícil para el corazón, se reflejó ante mis ojos. «El tiempo no cura las heridas sino logramos perdonar a quién las causó». Y allí estaba, la perfección en persona, el hombre de mirada irresistiblemente traviesa y sonrisa de ganador. Harry Evans. No estaba preparada para esto, lo único que pensé fue que la tierra me tragara viva. Pero sé que debía ser fuerte, no debía mostrar mi debilidad. —Hola...—intenté no susurrar, pero sabía que si ha
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