Días, habían pasado con exactitud tres. Los tres más frustrados, en las tardes extrañaba mucho Londres pero el frío a veces mataba a las noches.
—Lo siento mucho, pero no iré... —le respondí de nuevo a Rocío.
—Oh, vamos. Sabes que la fiesta te hemos hecho con mucho cariño... —me dijo ella con pequeñas suplicas por detrás de mí. Entramos a un Starbucks.
—No lo diré de nuevo...
—Oh, has cambiado, te has vuelto más tonta. —dijo ella sentándose en el asiento de unas de las mesas junto a la ventana, gruñó y sonreí.
—No he cambiado y no soy tonta, soy lógica. —dije mientras sacaba mi celular para responder un mensaje de Logan.
— ¿Lógica? ¿Por qué? ¿Y de qué? —preguntó ella confusa a mi respuesta.
—Lógica... emm... yo me entiendo. —respondí con nervios. La verdad ni yo sabía porque había d
