Capítulo 3

1885 Words
Al día siguiente muy temprano Audi se levantó muy emocionada y después de realizar su famosa rutina  de yoga y belleza llego a la oficina con  los documentos que eran necesarios para efectuar la boda. La mujer durante toda la noche no pego un ojo, pues tiene tanta emoción de saber que muy pronto podría realizar sus mayores sueños.  No logro dormir  de la misma felicidad al sentir  que sus planes estaban casi realizados. Condujo hacia Vitalcar con una deslumbrante sonrisa en su rostro. Esta felicidad no se le quita ni siquiera porque él no se quedó con ella esa noche, algo que realmente la ponía de muy mal humor cuando la plantaba. Cuando Sebastián en la tarde de ayer la besó,  ella se sintió  un poco extrañada  por aquel beso frio. Él no proyecto  ninguna pasión en esos momentos hacia ella; y  era muy extraño porque él era muy apasionado y ella podía levantarle el ego en cualquier momento. También era extraño que Sebastián  no  pasara  la noche en su apartamento. Aunque no vivían juntos, siempre compartían una o dos noches por semana. Y esa noche le tocaba a él quedarse con ella. Lo espero paciente y decidida  a sacarle cualquier duda con respecto al matrimonio pero él nunca llego.  Soltó un profundo suspiro y le restó importancia a aquel suceso, nada empañaría la alegría que tanto sentía.   Pronto  sería la esposa de él y ya tendría muchas noches para compartir. Al llegar al edificio no perdió tiempo y dejo su bolso en su oficina y sin demora alguna  se dirigió a  donde sabía que encontraría a Sebastián. Toco la puerta e impaciente espero. -Buenos días- dijo sonriendo y  muy alegre. No disimulaba su estado de éxtasis. -Buenos días- él rápidamente se levantó de su silla y se alejó del  escritorio y le dio un beso en la cabeza. Ella le extendió la carpeta donde se hallaban los documentos requeridos para la boda. -¿Son todos?- le pregunto él al tomar la carpeta. -Sí. ¿Ya hablaste con Leandro?- pregunto nerviosa, quería saber que   hablaron  pero no demostraría mucho interés. Ella dio un respingo de felicidad. Él se limitó a mirar los papeles. -No. Ayer estuvo muy ocupado con mi padre- dijo sin mirarla. Por estar él viendo los documentos no vio el odio en los ojos verdes azulado que le brindaba al solo mencionar a su padre. La mujer se recompuso  rápidamente del mal sabor que le provocó al  escuchar sobre  juez y que este era el causante de tanto sufrimiento en ella;  rápidamente se recompuso y sonrió para ocultar su mal sabor. -Ah, si - dijo ella sin ningún interés. Aunque sus pensamientos cavilaban  negramente para los Cárdenas. -Es que según tengo entendido muy pronto va a salir de la cárcel un delincuente  libre.  Este  es muy peligroso y ellos están verificando que sea correcto el papeleo para que no salga antes de tiempo. -¿Un delincuente?- murmuró ella enfadada –y…¿Acaso  eso nos importa? O ¿Nos concierne?- le preguntó ella con un tono de voz  lleno de amargura. Él la  miró y le sonrió. -No.  Eso a  nosotros no nos importa.  El  caso de  Seguro Carranza sólo les    importará a aquellos que dejó sin dinero y sin propiedades;    al   centenar  de personas que murieron a causa de él y sus negocios turbios.  O sea a los familiares de esos  sí les debe importar. Ella resopló incómoda y nerviosa. -¿Por qué Leandro está trabajando en el caso Seguro Carranza?- preguntó ella con nerviosismo. Mientras Audi  hablaba Sebastián  hojeaba el folder con los con los documentos y sonreía. -Eso yo no lo sé- respondió a la pregunta de la mujer- Sólo me falta el certificado de soltería- dijo al comparar las dos carpetas. Audi se  acercó a él. Sus movimientos era semejantes a de las gatas en celo. -No me has dado un besito- dijo mientras  le acariciaba los labios con los de ella. Quería  estimularlo para excitarlo y así lograr tener sexo con él. Ella  pensaba que a él lo podía atar al sexo y no quería dejarlo salir de sus redes. Él se dejó besar y sus manos rodearon la pequeña cintura de la mujer y la acercó a él  para profundizar aquel beso.  Él    sintió aquel beso  frío y sin  ninguna pasión. Cuando las caricias se estaban haciendo más intensas y descaradas la puerta de la oficina de Sebastián se abrió intempestivamente. -Buenos días, oh,  lo siento -se disculpó Raúl frunciendo las cejas al ver aquel cuadro-  si van a pornografiar  por lo menos cierren la puerta con seguro. Raúl no hizo el intento por salir de la habitación sino que sonrío al ver el rostro de la mujer que se le amargo de forma inmediata. El  joven comenzó a deambular por la oficina esperando que Sebastián lo atendiera, no tenía ninguna intención de dejar la oficina. Sebastián sólo sonrió y en cierta forma sintió alivio por la interrupción. -No pasa nada-  le  dio un casto beso a la mujer  y la alejo con disimulo. Ella se tensó por la rabia. -No importa- dijo  la mujer sonriendo fijamente a Raúl-  Al fin y al cabo este fin de semana Sebastián yo  estaremos unidos y ya nadie nos podrá separar. Los ojos verdes azulados lo escanearon y leía los gestos de Raúl y comprendió que a él joven no le gusto aquella información. -Como lo oíste- volvió a repetir con alevosía sin dejar de mirarlo -  ¡Nadie nos podrá separar! Raúl  frunció el ceño y miró muy serio a Sebastián. Sebastián carraspeo la garganta. -Bueno,  eso lo tengo que hablar ahora mismo con mi hermano -dijo Sebastián. Luego tomó a  la mujer por el brazo y la llevó hasta la puerta de la oficina, para evitar la confrontación con Raúl. -¿Almorzamos juntos?-  preguntó ella muy amorosa. -No sé.  Yo  te dije que tengo  una reunión con Leandro. Ella Suspiro escandalosa. -Está bien,  de todos modos a partir de este fin de semana tú serás solamente mío-  la mujer levantó un tanto  la voz con la clara  intención de que Raúl escuchara y así mortificarlo un  rato más. Ella se acercó a él y lo besó en los labios y se marchó con una sonrisa en el rostro. Ya con la puerta cerrada y ambos sentados en el gran sofá de la oficina  Sebastián  miraba a su hermano y lo miraba sorprendido.   Él  aun no le decía nada sobre la proximidad de su matrimonio. -¿Qué? ¿No vas a poner el grito en el cielo porque adelante la boda? Raúl lo miraba  con cierta burla en los ojos. Los dos hermanos de manera física se parecían muchísimo. Sebastián frunció el ceño. Algo estaba pasando o   Raúl tramando algo. Su  mirada lo alertaba. -¿Qué pasa ahora?- le preguntó. Raúl sonrío casi feliz por aquella  pregunta. -No pasa nada -dijo riendo-  tú no te puedes casar con ella y pronto sabrás el porqué.   Se levantó del sillón donde estaba y se dirigió a la puerta para salir. - Hoy voy a las mensajerías quiero un informe completo y escrito del  porqué no   están recibiendo nuestros encargos- dijo. Sebastián quedo  confuso con  la respuesta que le había dado su hermano,   pero ahora  era más importante lo que estaba sucediendo con las entregas. -Eso lo debería hacer Audi – dijo molesto el mayor – no te corresponde a ti. Raúl  lo miro muy serio. -Lo sé,  pero estoy segurísimo  de que ella tiene las manos metidas en  el asunto-  respondió. Sin que Sebastián supiera,  Raúl el día anterior después de que Audi saliera de la oficina para ir a la de él; sus hombres de  seguridad colocaron cámaras y micrófonos en la oficina de la mujer.  Realmente   no confiaba en la bella  y tierna Audi. -¡Espera!-  lo llamo Sebastián al verlo que salir de la oficina pero éste no le hizo ni le prestó ninguna atención y se marchó dejándolo con un mal sabor en la boca. El hombre quedo  muy inquieto con las palabras de su hermano y esto le preocupaba y así pasó todo el día hasta que llegó  su abogado. -¿Cómo estás?-  dijo Leandro a llegar y extendió la mano de su cliente. -Bien-  después de saludarlo lo hizo seguir - ¿Quieres un café?- le preguntó. Ambos  se sentaron a charlar. -Entonces…  ¿Piensas adelantar tu matrimonio?- le pregunto Leandro - no te estás apresurando. El hombre lo miro muy serio. -Sólo lleva seis meses de conocerla,  además sigo investigando su departamento- el abogado continuo al verlo muy callado. -¿Cómo?- la voz sonó con asombro -¿Quién ordenó   esta investigación? - Leandro suspiro muy pensativo. -Bien sabía yo que te ibas a enojar –dijo -  Raúl está convencido de que Audi es hija de ese enemigo de tu padre. Que ella es hija de Seguro Carranza. Sebastián se levantó furioso del sillón donde se encontraba. -No entiendo cuál es el afán de mi hermano  con destruir mi matrimonio- comento molesto- porque la tiene contra ella y lo peor de todo… tú te le prestas para seguir con  sus reproches y caprichos. Leandro simplemente lo miro y luego le entregó unas carpetas que tenía unas copias del expediente  del caso Seguro Carranza. -Seguro Carranza tenía dos hijos.  El  varón murió por una sobredosis.  Y  a la hija  la estoy buscando porque desapareció de uno de los orfanatos donde la habían recluido. -Y ¿Eso qué tiene que ver con Audi?- dijo él molestó. -Raúl piensa que es ella la hija perdida de Seguro Carranza-  tomo un sorbo de café y continuó-  y yo también lo pienso así. Sebastián lo miró muy serio.  Él  tenía  el rostro pétreo y consternado. -¿Vas a caer en el juego de desconfianza de mi hermano?-  le recriminó decepcionado de su amigo-  te creía más serio y no manipulable. El rostro de Leandro no manifiesta ningún cambio por las palabras que éste le dijo. -Tal vez ya lo olvidaste,  pero te recuerdo que ese muchacho tiene no sé qué,  él tal vez tiene un don sobrenatural. Sebastián por estar furioso no aceptaba las palabras de su amigo y abogado. -¡No me vengas con eso! - exclamó casi a gritos. -Él te ha salvado dos veces  el pellejo y también descubrió aquel loco  que quería importar vidrios con drogas.  Él  fue quien lo descubrió. O si no estarías ahora en la ruina. Sebastián miraba con  enojo al abogado pero no podía rebatir lo que esté decía.  Todo  aquello era verdad. El hombre camino molestó de un lado a otro pensando.  Ya  tenía ciertas dudas con respecto a la mujer en cuestión   y eso no era bueno para su matrimonio. Leandro lo observaba y lo  notaban que estaba muy confundido. -¿Continuo con los documentos para el matrimonio?  Solo te falta el certificado de soltería- dijo el abogado. Sebastián se pasó la mano  por el cabello y dudo un poco. -Sí,  por favor- lo miro a los ojos- ¿Cuánto demorarías en conseguirlo?- le pregunto. -Realmente no sé- mintió. Él lo miraba fijamente - una semana o algunos días. -¡Leandro, por favor!- exclamo ante  la  mentira de su amigo- Yo se mejor que nadie lo eficiente que eres. -Está bien.  Si  hablo con el notario, tal vez  unas horas -dijo de mala gana. -Muy bien- sonrió nervioso. Algo se estremeció dentro de él.  -Por lo menos has un documento  y te proteges de ella, como ella te ama a ti y no  a tu fortuna le dará lo mismo  y así tu hermano estará tranquilo- Leandro lo miraba y como obtuvo la atención de él prosiguió con la idea que Raúl le había dado.  Sebastián  lo miró fijamente. -Entonces… ¿Prosigo con los documentos que te propuso Raúl a través de mi?-  preguntó el abogado al verlo tan callado. -¿Un acuerdo pre-matrimonial?-     preguntó en voz baja. Leandro cerró los ojos y sonrío al ver que Raúl había logrado lo que tanto quería. -Sí,  un acuerdo prematrimonial.
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