Lord Polegate llamó al mayordomo y le ordenó: −Encargue que tengan listo mi calesín y cuatro caballos para las dos y media. Voy a Polegate. Mande un palafrenero inmediatamente a avisar que llegaré allí esta tarde. −Muy bien, Milord. −No, espere...− intentó protestar Isla, pero Lord Polegate no le hizo caso. Al salir del comedor, ella se repetía que deseaba quedarse con su padre. Pese a hallarse inconsciente, era lo único que le parecía real en aquel mundo nuevo y extraño en el que parecía haber penetrado desde que hizo su aparición en el escenario del Oxford. Dada la situación, no sabía qué hacer para no ir al campo con aquel hombre. Estaba segura de que era algo que su madre no le habría permitido hacer, más, por mucho que ella trataba de protestar, Lord Polegate hacía oídos sordos.