CAPÍTULO IVLA flamante Condesa de Droxford se sintió avergonzada de lo tarde que era ya cuando bajó a la mañana siguiente. Como no se había quedado dormida hasta cerca del alba, despertó muy tarde. Al ver el reloj llamó a su doncella quien le aseguró que no esperaba que la llamara antes, porque, por lo general, la gente noble se levantaba tarde. —Pero, Su Señoría el Conde. —Su Señoría ya se fue, milady. Karina pensó que el conde no había perdido tiempo en ir a la calle Downing, para avisar al Primer Ministro que se había casado. Seguramente no lo vería esta mañana. Por fortuna ella tenía mucho qué hacer para que ello le preocupara. Cuando llegó al vestíbulo, Newman, el mayordomo, se adelantó a decirle: —Su Señoría le dejó sus respetuosos saludos, milady, y le ruega que vea al señor Wa