CAPÍTULO VII-2

2002 Words

—¡Ya veo que usted es una esposa feliz! Debo felicitarla, Condesa, porque tengo entendido que se casó hace muy poco tiempo. —Sí, señora, y le agradezco de manera profunda sus buenos de-seos— contestó Karina. —Yo soy feliz con mi bondadoso esposo— dijo la Reina—, y me gusta pensar que otras personas lo son también. Habló en su inglés suave, un poco entrecortado, y Karina comprendió, con cierta sorpresa, que la Reina estaba diciendo la verdad al asegurar que era feliz. Era innegable la ternura que llenaba su rostro cada vez que veía al Rey, como lo era también el cariño, cercano a la adoración, que se reflejaba en el rostro de él cuando veía a su esposa. La Reina, más joven que las hijas ilegítimas del Rey, había llegado a Inglaterra sin conocer a su futuro esposo. Sin embargo, con su d

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