Capítulo 2

971 Words
POV de Selena Me despierto de golpe con agua fría siendo arrojada sobre mí, inhalo aire en mis pulmones e intento mover los brazos y las piernas pero cada extremidad de mi cuerpo duele. En este momento no soy más que un peso muerto y lo único que puedo hacer es mover los dedos. —¡Levántate, puta vagabunda! —escucho a uno de los guardias gritarme y aunque quisiera, no puedo levantarme. Un pie llega y me golpea en el estómago, el dolor me quita el aliento y tengo que intentar jadear por aire. —¡Simplemente levántala y llévala a la habitación! —escucho otra voz y supongo que me llevarán a una sala de torturas. El guardia se agacha y me levanta, me arrojan sobre su hombro y no tengo resistencia en mi cuerpo en absoluto. Siento cómo mi sangre baja a mi rostro y la hinchazón sólo hace que duela más. Comienza a palpitar en mis oídos y me desmayaré si no me bajan pronto. —¡Ponla en la silla y asegúrate de que esté bien sujeta! —una voz retumba y siento su aura, sé que es un lobo de rango superior y probablemente el beta o gamma del rey. Me arrojan a una silla y el guardia toma mis manos y las sujeta a la silla, mis brazos quedan bloqueados con cuerdas y lo único que puedo mover ahora son mis piernas. Siento al guardia agacharse y comenzar a atar mis piernas, pronto termina con una de mis piernas. —¡Puedes dejar la otra! Esta perra no pondrá mucha resistencia, de todos modos está casi muerta —vuelve a decir la voz y no intento abrir los ojos y solo dejo que mi cabeza cuelgue. El guardia me suelta y escucho algunas herramientas ser colocadas en una mesa, solo puedo imaginar para qué me van a usar. —¡Traigan el martillo! Empecemos con romperle los dedos —lo escucho decir y algunos pies se mueven por el suelo antes de sentir su presencia cerca de mí. Su mano baja y agarra mi rostro solo para forzar mi cabeza hacia atrás. Manteniendo mis ojos cerrados, solo respiro por lo que está por venir. —¡¿Dime dónde está tu líder?! —me pregunta y aunque supiera la respuesta no podría decírselo con lo hinchada que tengo la lengua. Su presión en mi mejilla aumenta cuando no respondo. —¿No me lo dirás? ¡Déjame dejar una cosa clara! ¡Lo sacaré de ti de una forma u otra! —suelta mi mejilla y solo unos segundos pasan antes de sentir el martillo en mi dedo meñique, aplastándolo con su golpe. No puedo contener un quejido y siento cómo las lágrimas se forman detrás de mis párpados. Intento respirar a través del dolor y siento cómo mi estómago se revuelve y debo vaciar todo lo que tengo en el suelo. Mi vómito corre por mis piernas y me golpean en la cara, haciendo que mi cabeza se mueva hacia un lado. —¡Eso es porque tu vómito golpeó mi zapato! —casi me desmayo por el golpe y no sé cuánto más puedo aguantar sin mi loba. Escucho más hombres acercándose y en cuanto su olor llega a mi nariz, sé que mi tiempo se ha acabado si descubre que soy yo. Se acercan y los escucho entrar a la habitación, deteniéndose un poco lejos. Mi cabeza está colgando y espero que, con lo mal que me han golpeado, no me reconozca, tal vez ni siquiera me recuerde después de todos estos años desde que me expulsó de su reino. —¿Le sacaste algo? —su voz llega a mis oídos y un escalofrío recorre mi espalda. Sé que mi olor está oculto para él con la ayuda de una poción, pero a este ritmo, con todos estos golpes, no sé cuánto tiempo más aguantará. —No, ¡esta perra apenas está viva! No creo que nos sirva para mucho. ¡Puedo simplemente acabar con ella! —dice la voz y solo me siento aquí y los escucho. —¡Déjame echarle un vistazo! —escucho a mi compañero decir y el miedo se apodera de mí, no puedo dejar que me toque y descubra quién soy. ¡Preferiría que me mataran a que él sepa que soy yo! Forzando un poco los ojos abiertos, veo al hombre frente a mí con las piernas a cada lado de las mías, dándome el tiro perfecto para patearlo en los genitales con mi pie libre. Sé que probablemente dolerá diez veces peor con su ira y es posible que no sobreviva a esto, es una apuesta arriesgada y una que debo tomar. Reuniendo hasta la última gota de fuerza que me queda, lo pateo con mi pie libre en sus genitales. Ganándome un gruñido furioso antes de que su mano llegue a mi rostro y me golpee tan fuerte que caigo al suelo todavía atada a la silla. Mi cabeza se abre de nuevo en el suelo y esta vez ni siquiera puedo gemir. Sintiendo cómo mi vida abandona mi cuerpo, lentamente la oscuridad comienza a absorbérmeme. Los pies de mi compañero se detienen frente a mí y lo escucho agacharse hacia mí. Se sienta allí y lo escucho oler el aire por un momento. —Kian, ¿qué pasa? —dice uno de sus hombres y ya no me importa. ¡Es esto! No voy a salir de aquí con vida. —No lo sé. ¡Hay algo extraño en ella! Llévenla a la celda y vean si sobrevive hasta la noche —dice y se levanta del suelo. Los escucho comenzar a caminar fuera de la habitación e intento escuchar a dónde van antes de que la oscuridad me atrape.
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