SARAHÍ
Después de ducharme, fui a la cocina y encontré a Theo preparando la cena, como de costumbre. Al parecer, no confía en nosotros para preparar la comida, así que cocina todos los días. No me importa, la verdad, porque lo hace muy bien.
—¿Puedo ayudar? —pregunté, acercándome a él. Sonrió y asintió.
—Por supuesto —dijo, dándome cosas que hacer. No soy buena cocinera, pero al menos puedo colaborar—. Pareces menos deprimida que hace una semana —me sonrió.
—Sí —suspiré—. Prefiero estar aquí que con un marido posesivo y abusivo —sonreí débilmente—. Todo es tan extraño. Era dulce, la mayor parte del tiempo era el marido perfecto —sacudí la cabeza—. No sé qué pasó.
—Todo va a ir bien —sonrió, poniendo una mano reconfortante en mi hombro—. Greg no dejará que te pase nada malo —dijo, y yo
