—Por fin nos hemos graduado —dijo emocionada mi mejor amiga Sonia mientras caminábamos hacia mi coche—. Estúpida universidad.
Suspiré, asintiendo lentamente. No me malinterpretes, estaba tan emocionada como ella, pero mis padres tienen un anuncio y no sé por qué estoy tan preocupada. Mi padre tiene una mirada seria. Quizá le haya pasado algo a mi hermana Sandra.
Me burlé de mí misma. Si hubiera sido así, me lo habrían dicho inmediatamente. Pero parecía importante y no tengo ni idea de lo que es.
—Lo sé bien. Se acabaron los adolescentes estúpidos del instituto y los profesores estúpidos —dijo Mira, mi otra mejor amiga, sonriendo.
Como no dije nada, se volvió hacia mí frunciendo el ceño. Siempre era yo quien la apoyaba cuando hablaba de cómo odiaba el instituto. Sonia, en cambio, amaba la escuela por alguna extraña razón.
—Sarahí, ¿qué pasa? ¿No estás emocionada? —dijo Mira cogiéndome las manos entre las suyas, dando saltitos. Yo me reí entre dientes.
—Claro que sí —dije riéndome de su comportamiento—. Sólo estaba pensando.
Siempre ha sido la loca. Nuestra escupefuegos.
—Estás pensando en lo que tienen que decirte tus padres. No te preocupes. Si no te mata, entonces todo está bien. Además, esta noche hay gala —me dijo Sonia, sonriéndome.
Mi padre y el de Sonia trabajan juntos y son amigos desde hace años. Así que somos amigas desde siempre. Esta noche hay una gala a la que tengo que ir con mis padres, y Sonia estará allí con los suyos. El padre de Mira es abogado y su madre estilista, así que no se dedican a ese tipo de eventos. Por suerte para ella, esos eventos pueden ser muy aburridos a veces.
—Sí. Entonces nos vemos esta noche —dije, abrazando a ambas y dirigiéndome a mi coche mientras ellas hacían lo mismo.
—Disfruta de tu aburrida noche mientras yo me emborracho en la fiesta de Andre —oí gritar a Mira, haciéndome reír.
Subí a mi coche y me fui a casa.
*
Lo primero que oí al entrar en casa fueron las voces de mis padres.
Me dirigí al salón y los vi a los dos allí, y su conversación se detuvo cuando me vieron entrar. Miranda era mi madrastra, pero ha sido como una verdadera madre para mi hermana y para mí. Nunca intentó quitarle nada a mi padre ni que nos olvidáramos de nuestra madre. Incluso puso un gran retrato de mi madre encima de la chimenea del salón.
Mi padre se casó con ella hace seis años, dos años después de la muerte de mi madre. Realmente quería que creciéramos con una madre, y realmente eligió a la mujer perfecta. Ella siempre respeta la memoria de mi madre. La queremos y hace feliz a papá, así que me parece bien.
Sandra es mi hermana mayor. Se casó hace un año. Tenía 25 años. Mis padres eligieron al hombre para ella y la casaron. Por desgracia, así es como funciona su negocio. Su marido, Nick, es un buen hombre. Sandra estaba tan en contra. Recuerdo que se encerraba en su cuarto durante días y sólo dejaba entrar a Miranda.
Sin embargo, nunca la obligaron. Era una proposición que podría haber rechazado eventualmente. Pero después de hablar con Nick una o dos veces, de repente se enamoró de él. Nos hemos estado burlando de ella al respecto durante semanas antes de su boda.
Pero ahora es feliz. Lo odiaba tanto. Y cuando me dijo lo mucho que le quería hace un par de meses, decir que me quedé de piedra sería quedarse corto. Todo el mundo se sorprendió, incluidos mis padres.
—Sarahí, te estábamos esperando, cariño —oí decir a Miranda desde el salón. Tomé asiento junto a mi padre.
—¿Qué tal el día, princesa? Estamos orgullosos de ti. Por fin te has graduado —dijo mi padre sonriéndome.
—Gracias, papá —dije, abrazándolo.
Miré a Miranda y vi que también me sonreía. Me levanté y fui a besarle la mejilla.
—Me voy a mi cuarto. Estoy muy cansada —dije, yéndome.
—Cariño, son las cinco y nos vamos a las ocho, así que prepárate a tiempo —dijo refiriéndose a la gala.
—Sí —dije, dirigiéndome a mi habitación. Decidí acostarme un poco antes de empezar a prepararme.
*
Después de horas tumbada en la cama, pensando en la creación del mundo y en la comida, finalmente decidí salir de la cama. Pero en serio, ¿cómo hace la gente para crear recetas y hacer que sea una comida tan buena? Esas personas son verdaderos genios.
Una vez en el baño, me desnudé. Me miré en el espejo y me pregunté si me parecía a mi madre. Tengo el pelo n***o azabache y largo. Tengo los ojos grises oscuros de mi madre. Pero creo que Sandra se parece más a ella. O tal vez porque es mayor. No sé. Pero ninguna de nosotras realmente tomó los rasgos de mi padre, excepto su pelo n***o. Eso es seguro.
Suspiré antes de meterme en la ducha.
Sandra se mudó a París cuando se casó con Nick y han pasado semanas desde la última vez que vino a visitarnos. La extraño mucho. Pero nos hablamos cada vez que podemos.
Una vez que terminé de ducharme, fui a mi habitación y vi mi vestido en mi cama. Debe haber sido Miranda quien lo puso allí.
Empecé a peinarme y luego a maquillarme. Terminé aplicándome un pintalabios nude. Luego me puse el vestido. Era un vestido de satén rojo. Me abrazaba el cuerpo y no tenía espalda, pero me cubría el pecho. Miré el móvil y vi que eran casi las ocho, así que bajé. Mis padres ya estaban allí.
—Dios mío, Sarahí, estás preciosa —jadeó Miranda, abrazándome—. Se enamorará perdidamente de ti —me dijo.
¿Él? La miré confusa mientras mi padre se aclaraba la garganta. Oí que murmuraba algo antes de volver a sonreírme.
—Quiero decir que a toda la gente de allí le encantará —dijo nerviosa.
Y supe que algo pasaba. Sólo tenía que averiguar qué. Y rápido.
Sonreí dándole las gracias y salimos de casa. Le envié un mensaje a Sonia diciéndole que acababa de salir de mi casa.
*
Cuando llegamos, salimos del coche y entramos. Hicimos unas cuantas fotos.
Una vez dentro, se nos acercó un camarero con bebidas y nos ofreció unas copas. Mis padres tomaron champán, pero yo no tomé nada y empecé a buscar a Sonia por los alrededores hasta que la vi saludándome con la mano. Entonces se dirigió hacia nosotros con sus padres. Les saludé y abracé a Sonia, luego empezamos a hablar y a hacernos cumplidos. Ella llevaba un vestido blanco ajustado y sin tirantes.
*
—Sarahí, hay alguien que me gustaría que conocieras —oí que decía mi padre. Sonia y yo le miramos y vimos que estaba solo. Le miramos confusas. ¿Cuándo se fueron los demás?
Sonia y yo le seguimos hasta una gran sala donde estaban otros invitados. En la sala había muchos cuadros que probablemente se venderán esta noche. Seguimos a mi padre hasta que vi a mi madre, a los padres de Sonia y a otros dos hombres y una mujer. Uno de los hombres y la mujer parecían tener unos sesenta años mientras que el hombre más joven parecía tener probablemente unos treinta. Llegamos y mi madre sonrió y vino a mi lado.
—Sr. y Sra. Lonsing, les presento a nuestra hija Sarahí —dijo Miranda.
Luego se volvió hacia mí—. Sarahí, te presento al señor y la señora Lonsing y a su hijo mayor, Lukas.
Sonreí y la señora Lonsing me dio un fuerte abrazo.
—Me alegro mucho de conocerte por fin —dijo sonriéndome—. Qué hermosa joven eres. ¿Verdad, Víctor? —dijo, mirando a su marido.
—Sí. Estoy de acuerdo —dijo.
—Gracias —dije sonriéndoles amablemente.
Miré a Miranda, que tenía la sonrisa más grande en su cara, al igual que mi padre. ¿Qué demonios les pasa hoy?
—Aquí está nuestro hijo Lukas —dijo la Sra. Lonsing. Le miré y vi que ya me estaba mirando. Pero su rostro carecía de emoción. Pero Dios, es guapísimo. Su pelo n***o, su mandíbula perfecta. Era alto. Probablemente 1,90.
—Encantada de conocerle, Sr. Lonsing —le dije amablemente y aparté la mirada cuando me di cuenta de que le había estado mirando fijamente. Pero aún puedo sentir su intensa mirada sobre mí.
—El placer es todo mío, señorita Dantes —dijo con su voz ronca.
—Esto es tan emocionante. Estoy deseando que llegue la boda —dijo emocionada.
Mis ojos se abrieron de par en par cuando miré a Lukas para verle ya mirándome con una pequeña sonrisa de satisfacción en la cara. ¿Qué demonios quiere decir con eso? ¿Futura esposa? Se enamorará perdidamente de ti. Pensé en las palabras de Miranda antes.
Me doy cuenta y miro a mis padres con los ojos muy abiertos. Ellos se limitan a sonreírme. Sólo tengo veintidós años. Acabo de graduarme. Sabía que llegaría, pero no tan pronto. ¿Qué rayos les pasa?