Padre Gael Moya — Es lindo ¿No? – me dice Don Félix sentándose a mí lado.– Nada como una noche estrellada en primavera.¿No crees?. Asiento con una sonrisa. —No cambiaría esto por nada del mundo –contesto con la mirada fija al cielo. – Es un regalo maravilloso de Dios. Todas las noches desde hace exactamente dieciocho días me siento sin falta en este banco del jardín de hortensias de mí madre a admirar el cielo. La noche está sumamente agradable y la brisa que se siente a esta hora es exquisita, ya anticipo del verano que llega en pocos días. Venir aquí me sirve de catarsis ideal para aclarar la mente y enfocarme en lo que realmente importante ahora que es la salud de mí hermano. Hemos vuelto unas cinco veces más al hospital para su tratamiento y otros más para su Fisioterapia, per