CAPÍTULO DIECIOCHO Catalina iba a toda prisa por el campamento mercenario como iba a toda prisa a todas partes estos días, pues Lord Cranston parecía que todo se hiciera rapidísimo. Tanto si era entrenar con una espada, enterarse de la disposición de las casas nobles que podrían dar empleo a una compañía libre, o simplemente haciendo recados por el campamento, no quedaba mucho tiempo para hacer otra cosa que no fuera correr de un lugar a otro. Ahora su tarea era recoger las herramientas del intendente tras unas reparaciones. No era exactamente el tipo de aventura temeraria que Catalina esperaba, pero empezaba a aprender que la guerra era tan a menudo aburrimiento como violencia. Atravesaba el campamento corriendo vestida con su nuevo uniforme compuesto por una túnica gris y pantalones