Despertó de golpe, el mal sueño provocó que ya no descansara ni durmiera igual. El reflejo del sol iluminó su habitación, miró a su lado, ella ya no estaba. No le sorprendía, pero si estaba esperanzado de al menos verla al despertar. Se levantó, buscó su ropa y fue a la cocina. Cuando salió la vio sentada en el porche de su casa, sentada con una manta, una taza de café y fumando un cigarro. Fue por una taza de café y salió con ella. En silencio, se sentó a su lado y le dio un sorbo a su café. Sus vecinos, los que salían a “limpiar su entrada” ya estaban afuera, mirando hacia su casa y hablando entre ellos. La única mujer que llegaron a ver en su porche fue Natalia. Estaba claro que los rumores correrían como fuego y no le importaba. — No sabía que fumabas – dijo después de su segu