Manicomio Smile

1316 Words
“La mente es una fuerza poderosa. Puede esclavizarnos o empoderarnos. Puede sumergirnos en las profundidades de la miseria o llevarnos a las alturas del éxtasis. Aprende a usar el poder sabiamente.” David Cuschieri. Castlebrook, año 2024 Manicomio Smile. Y ahí estaba. De pie junto a la ventana mientras sacaba el humo de su cigarro. ¿Cuántas veces les dijo a sus pacientes que fumar no resolvía nada? Ha perdido ya la cuenta, pero como suelen decir, no sabes lo que se siente hasta que te pones en sus zapatos. Nuevamente estaba en el psiquiatra, su hermana tuvo otra crisis. Ya van dos en una semana, en verdad creía que ya había mejorado. Pero se equivocó, de nuevo. Ha escuchado que tomó una aguja, con la cual le suministran su medicamento, y se ha estado picando repetidamente las venas de las muñecas. Por suerte no se desangró tanto, no fue grave esta vez. Le han suministrado Oxicodona para calmarla y que no se hiciera daño. ¿Cuánto tiempo lleva en esa condición? Básicamente desde que su madre se cortó la garganta frente a su hermana, tenía solo 7 años. Se arrepiente de no haber sido él quien estuvo en su lugar, tal vez haya lidiado un poco más con el dolor, o tal vez haya terminado como su madre, o sería Sara quien estuviera en su lugar. Suelta un fuerte y cansado suspiro, tira su cigarro y cierra la ventana, pero no se va del lugar. Cierra los puños con fuerza mientras sus nudillos se ponen blancos y pega su frente a la pared, cerrando los ojos, quiere alejar esos pensamientos de la muerte de su madre. Pero son difíciles al tener una hermana suicida. En verdad tenía la esperanza de llevarla a casa con él y tratar de llevar una vida normal. Un sueño, esa esperanza es solo un bonito sueño. Abre los ojos y controla su respiración, soltando sus puños y tratando de relajarse. Se da la vuelta y mira a las enfermeras pasar, las dos van platicando amenamente e incluso van riendo ¿Quién ríe en un lugar así, además de los locos? Locos no es buena palabra, pero tampoco le ha gusta la palabra “inestable mentalmente” realmente a esas alturas ya no sabe que le gusta. Hace solo una semana que terminó con su pareja, bueno si es que salir con una ella y tener sexo un par de noches se le considera una pareja. Ella quería ser el centro de atención, quería todo para ella y a él simplemente le fastidiaba estar con una persona así. El sexo era maravilloso, pero no lo suficiente como para tolerar a alguien así. Nunca le han gustado las comparaciones, pero esa chica no era como su Natalia. Las 19:30 lleva dos horas y aún no le dicen nada de su hermana. Comienza a caminar por los pasillos del psiquiatra, parece típica película de terror, siente que en cualquier giro en un pasillo le aparecerá un fantasma. ¿Por qué los manicomios son así? — ¡Doctor Henry! – grita cuando lo ve hablando con otro doctor. Se acerca rápidamente y lo mira. — Dante, estaba por ir con usted – no lo mira. Sabe cómo son los doctores, mentirosos y que juegan sucio. Lo sabe muy bien ya que él es uno de ellos. —¿Cómo está Sara? —Sara está sedada, vendamos sus muñecas y la atamos a la cama para que no se haga más daño. —¿Qué lo provocó esta vez? – se cruzó de brazos y lo miró totalmente serio. —Sara se sentía triste, más de lo acostumbrado – Dante masajeo el puente de su nariz, sabe que cuando Sara está demasiado triste la tortura con fuerza que incluso vive de nuevo el episodio más trágico de su vida, el suicidio de su madre – —Comenzó a decir “ella quiere que suceda, lo desea, se muere de ganas” atribuyo a que se refería a su madre. Después empujó a la enfermera que le suministraría el medicamento y se encerró en el baño. Dante se quedó en silencio, solo él sabe la profundidad de los sentimientos de su hermana y lo torturantes que llegan a ser estos. Lo sabe muy bien, porque él mismo llegó a sentirlos. —¿Qué es lo que le iban a suministrar? – dijo después de un breve silencio, sumido en sus pensamientos. —Diazepam y después la dejaríamos leer “El Hobbit” el libro que usted le trajo. —¿Lo ha leído? – levantó su vista, sintió como su corazón se aceleró de pronto. —Lo ha leído muy poco – suspiro, guardó su lapicero en su bolsillo – Dante sabes que esto es una crisis de muchas, algunas veces ella estará de maravilla y otras serán días en los que deba estar sedada todo el día. —Lo se Henry – apretó los labios - ¿Cuál será el procedimiento ahora? —Seguirá con su tratamiento, hasta ahora había funcionado y no vamos a interrumpirlo. Trataremos de hacer un poco más de actividades con ella, para que esos sentimientos abrumadores no la invadan por completo. Tu hermana está en buenas manos. Si claro, buenas manos. Pensó. —¿Puedo verla? —Claro que sí, sabes que no puedes acercarte a ella – abrió el paso – Vamos, te llevaré con ella. Dante no dijo nada más, caminó en silencio. Sus manos le sudan y tenía taquicardias, eso le pasa siempre que ve a su hermana después de una crisis de esa magnitud. Por desgracia no entró en la habitación, solo pudo verla a través de su pequeña ventana. Está amarrada de pies y manos, sus vendas están un poco manchadas de rojo y la nota más delgada. Su corazón se le hace añicos al verla así. Su hermana pequeña, tan solo tiene 17 años. No puede creer que en toda su vida solo haya experimentado el dolor y sufrimiento. Y lo que más le duele de verla en ese estado, es que cada día se parece más a Irina, su madre. Como si fuera una maldición. Se muerde el labio nervioso, con una última mirada se da la vuelta y se dirige al Doctor. —¿Le puedes decir que estuve aquí? —Yo se lo diré Dante – palmeo su espalda – He estado desde el principio con tu hermana y no me gusta que tenga estas recaídas, pero son sentimientos y emociones que ella tiene en la profundidad y que de un momento a otro la invaden por completo. Pero si seguimos con su terapia, su tratamiento, ella podría pasar navidad contigo. —Lo dudo mucho Henry – volvió a mirar en dirección a la habitación de su hermana – Por algo la traje aquí, yo ya no pude ayudarla de ninguna manera. —Ella está en buen camino, la trajiste a tiempo y créeme que tú la ayudaste bastante. Hiciste todo lo posible por ella Dante. —Me hubiera gustado hacer más – susurro – Me tengo que ir, el toque de queda será pronto. —Por supuesto – le sonrió – Cualquier cosa te mantendré informado. Dante asintió y se fue. Al llegar a la recepción, se detiene y firma su hora de salida. Al salir del Manicomio Smile el fuerte viento golpea su cara, eso le ayuda a poner los pies en la tierra. Va al estacionamiento y busca su motocicleta entre la oscuridad. Al encontrarla, tomó su casco y sacó sus lentes de su chamarra. Mira el hospital psiquiátrico o manicomio, le da igual como se le llame. Lo único en lo que piensa es en su madre ¿Qué la llevó a suicidarse de esa manera y arruinar la vida de su hija por completo? Bueno tendrá que morir para encontrar la respuesta a esa pregunta.
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