Aunque el olor del perfume de Ana le encantaba a Mikhail, este le causó un acceso de tos que les obligó a deshacer el abrazo y que la exbailarina ayude al magnate ruso a tomar asiento en uno de los cómodos sofás del solárium. La preocupación en el rostro de ella aparecía, ya que pasaban los segundos y en vez de que los broncoespasmos, que eran el origen de la tos, empezaran a disminuir se intensificaban, haciendo que cada vez sea más ruidosa y estremecedora la batalla que él sostenía para poder respirar. Él la observó brevemente, notó el miedo en su mirada y el desconocimiento que la consumía al no saber qué hacer para ayudarlo. En ese momento él se sintió terrible porque ella lo viera así, enfermo, pero recuperó la alegría al reparar en que si ella estaba ahí era porque no le guardaba ren
